Tradicionalmente el sistema educativo ha evaluado a los alumnos a través de calificaciones categóricas y de las cuales, tanto educadores como la familia y el propio alumnado han sacado conclusiones que no tienen por qué reflejar la realidad. ¿Un estudiante obtiene un suspenso en matemáticas debido a que no ha interiorizado ningún concepto de esta asignatura? ¿O ha suspendido porque no quiere estudiar y porque pasa de todo? Ni una, ni la otra. Aunque si este alumno observa que a menudo suspende, es posible que, tanto su familia como él concluyan que se le da mal cierta asignatura o incluso que no vale para estudiar.

En cada materia o tema lectivo se requieren y entrenan habilidades y nociones muy diversas, desde las más básicas (comprensión, razonamiento o memoria, entre otras), hasta habilidades más complejas (atención, escucha, planificación…). Estas segundas pertenecen a las funciones ejecutivas, las cuales se encargan de poner en marcha una serie de estrategias y acciones para conseguir un objetivo determinado, además de participar en la gestión de emociones. Están localizadas en el lóbulo frontal y actúan como un director de orquesta, puesto que recogen y gestionan la información que llega desde todas las áreas del cerebro. Por eso se dice que las funciones ejecutivas son la base para el aprendizaje.

Por lo que, volviendo al ejemplo anterior, no se trata de que este estudiante sea incapaz de aprender matemáticas, ni de que no quiera estudiar o no le ponga ganas. El motivo de obtener un bajo rendimiento académico es más complejo y por tanto, conviene detectar y valorar las posibles causas a través de una evaluación psicopedagógica.

Posibles causas de un bajo rendimiento académico:

1. Dificultades concretas en relación a la capacidad intelectual

La inteligencia está compuesta por cuatro áreas. La primera, la comprensión verbal, se refiere a la capacidad de expresarse mediante el lenguaje. La segunda, el razonamiento, compuesto por la orientación visoespacial y el razonamiento lógico.  Esto es, ser capaces de detectar las relaciones entre varias ideas y de entender cómo se pueden mover los objetos en el espacio, lo cual está muy relacionado con las matemáticas. En tercer lugar se encuentra la memoria de trabajo, la capacidad de retener información y de operar con ella de forma inmediata. Y por último, una cuarta área muy importante para la adquisición de aprendizajes es la velocidad de procesamiento, que se refiere a la capacidad de adaptarse y de responder a la información que nos rodea.

2.Tendencia a distraerse o incapacidad para mantener la atención a lo largo del tiempo

Otro de los motivos por los que puede darse un bajo rendimiento escolar se debe a dificultades en el área atencional. No tiene por qué darse un Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), aunque podría darse el caso. Puede ser que simplemente se trate de un estudiante que se distrae con facilidad (atención focalizada), responde y actúa de forma impulsiva, se muestra lento/a a la hora de trabajar, tiene dificultad para mantener la atención a lo largo del tiempo (atención sostenida), y/o  está en continuo movimiento físico.

3.Una lectura mecánica y comprensión insuficiente para el curso

Los procesos lectores son otra de las áreas en las que presentar alguna dificultad repercute en el estudio. Estos procesos se refieren a la lectura mecánica (eficacia lectora) y a la comprensión de oraciones complejas (tipo enunciados) y de textos.

4.Dificultad en la expresión oral y escrita

La capacidad de expresión es otra de las áreas necesarias en la etapa escolar. Aunque ejerza su papel principal durante el examen, una buena expresividad también es necesaria durante el estudio, ya que para realizar una buena asimilación de los conceptos conviene ser capaces de expresarlos mediante la elaboración propia, esto es, empleando nuestras palabras.

Presentar alguno de estos indicadores influye directamente en el aprendizaje y en la adquisición de cualquier concepto académico, tanto dentro como fuera del aula. De echo, todos y cada uno de ellos actúan en sintonía, por ejemplo, para que se dé una buena eficacia lectora es necesario contar con un buen rendimiento atencional. Y por otro lado, la capacidad intelectual favorece una mejor comprensión lectora. A su vez, un déficit en alguna de estas áreas también repercute en la realización de los exámenes y por tanto, en las calificaciones. En ocasiones, un estudiante que afirma llevar bien la teoría y obtiene un suspenso, deduce que se debe a que no ha estudiado lo suficiente. Cuando es muy probable que la causa sea que la comprensión, la atención y la expresión, junto con la ansiedad y los nervios, han interferido en la realización del examen.

5.Ansiedad y autoestima

Por ultimo, la ansiedad y la autoestima del alumno también son protagonistas durante el estudio y el aprendizaje. Como ya he comentado, en ocasiones los suspensos se interpretan de tal forma que generan una serie de emociones desagradables que a su vez, pueden derivar en actuar en base a unas etiquetas, tales como “soy negada en mate” o “no sé nada de historia”, que limitan el estudio y desempeño académico, tanto en el presente como en el futuro.

Sin embargo, la habilidad para aprender no es fija, es decir varía según el esfuerzo personal. De este modo, el fracaso en una asignatura o materia concreta no es una característica permanente ni algo que defina a una persona, si no que se trata de una cualidad temporal y que por tanto, puede variar a medida que se superen obstáculos y se alcancen habilidades y estrategias para lograr los objetivos fijados, es decir, actuando desde una mentalidad de crecimiento.