No es casualidad que en la adolescencia se dé el mayor número de muertes evitables. De hecho, una de las bases de esta realidad está en el cerebro adolescente.

Durante la adolescencia, aumenta la actividad de la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que persigue y necesita la gratificación. Esto hace que en estas edades se busquen sensaciones estimulantes, nuevas y peligrosas. En este sentido, hay tres características que definen a los adolescentes y que tienen su explicación en los altos niveles de dopamina:

  • Aumenta la impulsividad.

Por lo tanto, no se toman tanto tiempo para reflexionar sobre lo que hacen y toman decisiones precipitadas que pueden tener un coste muy alto.

  • Aumenta la posibilidad de engancharse a alguna droga.

Esto se da por la necesidad que tiene el cerebro a sentir gratificación y estímulo.

  • Se piensa de forma “hiperracional”.

Es decir, no se ven ni se interpretan las situaciones de forma global, sino que tienden a ver con más facilidad las ventajas y con más dificultad los riesgos. De alguna forma, en esta etapa se piensa que “eso no me puede pasar a mí”. Además, se actúan mucho de manera visceral, pensando que deben hacer determinada acción por una intuición o corazonada.

Estas tres características juntas suponen una bomba de relojería. Hace que en estas edades se cometan “locuras” que no haríamos en otras etapas de la vida, y que pueden suponer más posibilidad de tener accidentes, de consumir drogas o de tener, en general, conductas de riesgo.

Si tienes un hijo/a adolescente y no sabes cómo lidiar con su impulsividad, desde Centro Psicología Bilbao impartimos talleres de Disciplina Positiva para familias con hijos de estas edades y realizamos cursos específicos para los/as adolescentes.