Ayer terminaba septiembre, el mes que tanto hemos temido durante el verano. Hoy recordamos cómo a la vuelta de las vacaciones, muchas familias nos trasladaban sus miedos y temores hacia el nuevo curso académico: “¿quién será el nuevo/a tutor/a?”, “a ver cómo afrontamos la vuelta a la rutina (horarios, deberes…)”, “este año voy a dejar que se organice solo/a los exámenes, aunque me temo lo peor”…

Al finalizar el verano, al igual que cuando concluye el año, nos proponemos objetivos y retos de todo tipo. Los abordamos con gran entusiasmo, aunque también, con el miedo y la incertidumbre de no saber si podremos cumplirlos. Por ello, hoy nos gustaría presentaros la cara amable del miedo.

Tal y como comentaba el pasado 23 de septiembre en el programa Zubiak de Euskal Irratia, el miedo es una emoción básica que, junto a la alegría, ira, tristeza, asco y sorpresa, sentimos todos los seres humanos. Si acudimos a los libros de hace más de veinte años, catalogaríamos estas emociones en positivas y negativas, y todos sabemos donde se encontraría el miedo. Sin embargo, desde que emergió la teoría de las inteligencias múltiples y más aun, desde que Daniel Goleman nos mostrase el mundo de la Inteligencia emocional, sabemos que todas las emociones son positivas porque cumplen una función concreta. En el caso del miedo, su objetivo es garantizar la supervivencia. Se podría decir que si no sintiéramos miedo, actuaríamos sin medir las consecuencias ni los peligros de las decisiones que diariamente tomamos.

Pese a ello, decir que todas las emociones son positivas parece muy bonito y poco realista. ¿Quién no se ha quedado sin saber qué decir cuando ha hablado por primera vez en público? A todos, alguna que otra vez, nuestras emociones nos han jugado una mala pasada. Principalmente, se debe a que se han vuelto disfuncionales. Esto sucede cuando la intensidad de la emoción no es acorde a la situación real, al interpretar que se trata de un peligro, tanto físico, como psíquico. Por ejemplo, el miedo a hablar en público no debería de impedirnos realizar nuestra exposición tan bien como la habíamos preparado, ya que no supone una amenaza como tal. Sin embargo, muchas veces, sobretodo las primeras veces que hablamos en público, la intensidad del miedo que sentimos, junto con otras emociones (por ejemplo, la timidez), nos bloquea de manera significativa.

Ahora que sabemos la razón por la que las emociones pueden impedir realizar nuestras tareas, ¿esto cómo se evita y se controla?

  • Lo más importante es cuidar nuestro bienestar psíquico y emocional, con ejercicios como el yoga o el mindfulness. Las emociones no vienen de una en una y muchas veces, el miedo viene acompañado de la inseguridad, la vergüenza o la tristeza. Estas técnicas nos pueden ayudar a regular la emoción y a evitar que su intensidad aumente.
  • También, desarrollar una educación emocional a lo largo de la vida, que nos permita comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás.
  • Por último, acudir a nuestra familia y amigos para expresar nuestros sentimientos y preocupaciones.

En Centro Psicología Bilbao sabemos que la gestión y regulación emocional es la clave para llevar una vida plena y saludable. Por ello, si decides desarrollar tu inteligencia emocional, recomendamos que acudas a un/a profesional de la psicología para que pueda acompañarte durante el proceso. En Centro Psicología Bilbao, contamos con psicólogas colegidas expertas en Inteligencia Emocional que podrán ayudarte si lo necesitas. Para más información, os dejamos el enlace a la charla de Inteligencia Emocional.