Somos muchas las personas que hemos tenido en algún momento de nuestra vida miedo a conducir. Las causas pueden ser muy variadas, por ejemplo, algunas personas han podido tener experiencias negativas conduciendo que les han hecho sentir mucho miedo. En otras ocasiones simplemente no se ha practicado lo suficiente y, por dejar pasar el tiempo, se ha empezado a rechazar la idea de coger el coche, etc.

Evidentemente cuando trabajamos en terapia psicológica el miedo a conducir lo hacemos de una forma personalizada porque no todas las vivencias son las mismas y tampoco los recursos personales con los que la gente cuenta. Por ello, no existen “trucos” que nos sirvan a todos, sino que más bien hay que buscar en cada caso aquello que mejor funciona.

No obstante, sí existen algunas formas de aumentar el miedo. Es decir, en la literatura psicológica muchos expertos coinciden en que hay una serie de ingredientes que fomentan el miedo. De este modo, sabiendo cuáles son podemos tener algunas pistas sobre cosas que podemos hacer si queremos superar el miedo a conducir.

¿Cuáles son los tres ingredientes para tener miedo y su solución?

  1. Evitar el objeto temido.

Cuanto más evitemos lo que nos da miedo, más grande se va a hacer el miedo. Evitar es una estrategia que nos puede resultar útil a corto plazo, pero es un arma de doble filo a medio-largo plazo porque nos impide experimentar que podemos gestionar la situación.

La solución:

En el caso de la conducción, si quieres superar el miedo es importante que tomes consciencia de la importancia de coger el coche. Al principio lo puedes hacer con compañía, en tramos muy cortos y en los que apenas haya tráfico. Si te da miedo aparcar, por ejemplo, puedes buscar algún polígono industrial en días en los que esté vacío y practicar durante el tiempo que necesites. Cuanto más te expongas a esa situación, más te vas a habituar a ella y poco a poco los síntomas relacionados con el miedo (sudoración, taquicardia, etc.), se reducirán hasta desaparecer.

Por otro lado, ten en cuenta que esta exposición tiene que ser gradual. Conviene que empieces desde lo más sencillo y no des más pasos hasta que dejes de tener sintomatología. En este sentido, un aspecto que a veces ayuda (aunque no siempre es posible) es practicar con un coche automático, puesto que se facilita inicialmente a conducción. Igualmente, se pueden contratar clases sueltas en alguna autoescuela para ganar un poco de seguridad.

  1. Pretender controlar los síntomas fisiológicos.

Otra manera de aumentar el miedo es pretender coger el coche cuando la sintomatología relacionada con la ansiedad haya desaparecido.

Cualquier persona que haya superado el miedo a conducir sabe que no es posible superarlo sin pasar por momentos emocionalmente incómodos. No podemos vencer ningún miedo sin tener que transitar por él.

La solución:

La clave está en aceptar que habrá momentos en los que nos suden las manos, nos duela un poco la tripa, etc., y que eso es algo normal dentro del proceso. Confiar en que poco a poco, con calma y con pequeños pasos que nos sintamos capaces de dar, todos esos síntomas acabarán desapareciendo.

Por otra parte, es importante identificar qué pensamientos tenemos que nos están provocando parte de esa ansiedad. Algunos pensamientos pueden ser: “me van a pitar”, “voy a parar mucho tiempo el tráfico mientras aparco”, “no voy a ser capaz de adelantar”, etc. Este tipo de pensamientos (también llamados “distorsiones cognitivas”) nos llevan a fijarnos en lo negativo, potencian nuestros miedos, predicen de forma catastrófica el futuro y se dan de manera automática. Por ello, en este sentido conviene aprender a identificar qué tipo de pensamientos tenemos cuando nos montamos en el coche dispuestos a conducir, para después poder tener pensamientos alternativos como los siguientes: “si tienen que esperar un poco no pasa nada, que esperen”, “todo el mundo ha necesitado tiempo para aprender”, “confío en que lo puedo hacer”, etc.

  1. Permitir que otras personas lo hagan por nosotros.

Relacionado con el primer punto, un miedo empeora cuando lo evitamos a toda costa hasta el punto de que delegamos esa función en otras personas. El hecho de que otras personas conduzcan por nosotros implica que nunca vamos a tener la necesidad de afrontar ese miedo y, al mismo tiempo, nos traslada el mensaje “no puedes hacerlo, ya lo hago yo por ti”.

La solución:

Inicialmente contar con el apoyo de otras personas cercanas es algo muy positivo. Nos puede dar cierta sensación de seguridad si cogemos el coche acompañados. Lo ideal es que esa relación de apoyo inicial no se acabe convirtiendo en una relación de dependencia, en la que no cojamos el coche si no es con compañía. El primer día nos dará un poco de miedo o sentiremos inseguridad, pero es fundamental confiar en que es cuestión de tiempo y acabaremos superándolo.

Finalmente, aunque estos tres ingredientes para empeorar son comunes a muchas situaciones en donde existe miedo a conducir, no hay que olvidar que las causas, como comentaba al principio, son muy variadas. De este modo, si ha habido alguna experiencia traumática (que puede estar relacionada con la conducción o no necesariamente), es conveniente trabajar en psicoterapia desde un enfoque que entienda el trauma y sepa trabajar con él. En nuestro centro recomendamos con la Terapia EMDR, puedes leer más en el artículo “EMDR: enfoque para trabajar el trauma”.