Las vacaciones de verano, son, normalmente, la época de verano en la que tanto niños como adultos –especialmente los primeros- disponemos de más tiempo libre. Y a la hora de ocupar dicho tiempo de asueto, una alternativa a la que solemos recurrir fácilmente son las nuevas tecnologías: redes sociales, internet, videojuegos… Aunque su uso está muy extendido, podemos llegar a desarrollar una adicción si no las utilizamos de manera responsable. Esto supone una preocupación para los padres de niños y adolescentes, en especial si van a pasar tiempo a solas durante el verano –con estos elementos a su libre disposición-.

Los riesgos del abuso de las nuevas tecnologías son los mismos que los que se dan en otras adicciones clásicas (tabaco, alcohol, drogas…): hay una necesidad constante de jugar a videojuegos, de estar conectado
a internet, o de mirar el móvil para sentirse bien, creándose una dependencia que altera la vida de quien la padece. En consecuencia, el uso de estos dispositivos pasa a ocupar un papel central en nuestra vida:  todas las actividades y la organización del día a día giran en torno al tiempo que pasamos en internet (o con el móvil o consola); y las demás áreas (familia, amigos, estudios, trabajo, deporte, ocio, etc.) se ven resentidas. Existe el riesgo añadido de que el mal uso de internet puede vulnerar nuestra privacidad –dando pie a que otras personas tengan acceso a nuestros datos personales-.

¿Cómo podemos saber si nuestro hijo o hija está abusando de su teléfono móvil, de internet o de los videojuegos? Estos tres indicadores pueden ayudarnos a saber si existe dependencia de estos dispositivos –en cuyo caso lo más apropiado es recurrir a ayuda psicológica-:

  1. Observamos cambios de humor en ellos; en particular, se muestran ansiosos –pudiendo aparecer también conductas violentas- cuando no pueden utilizar su teléfono móvil, jugar a la consola o conectarse a internet. Ante esa imposibilidad, aparecen preocupación y malestar, que aumentan conforme más tiempo pasan sin poder realizar estas actividades.
  • Priorizan el uso del móvil, de la consola o del ordenador frente a muchas otras ocupaciones (normalmente de carácter social), que pasan a un segundo plano. Se dejan de lado las formas alternativas de ocio (excursiones, juegos, deporte, lectura, actividades con otras personas), y eligen siempre el uso de ordenador/móvil/videojuegos si tienen la opción. Como consecuencia, hay un deterioro de las relaciones sociales de la persona con adicción a las nuevas tecnologías.
  • El uso de los videojuegos, del móvil o de internet se descontrola: dedican a estas actividades más tiempo del que pretendían en un principio; y cada vez necesitan dedicarles más horas para sentirse satisfechos –al igual que ocurre con otras adicciones-. En algunos casos, los adolescentes pueden llegar a ser conscientes de que están abusando de estos dispositivos, pero simplemente se sienten incapaces de dejar de utilizarlos.

Por otro lado, ¿qué podemos hacer para fomentar un uso responsable de las nuevas tecnologías, sin que llegue a haber una dependencia? Desde nuestra experiencia en el campo de la psicología, queremos compartir unos consejos básicos para enseñar a utilizar estos dispositivos con responsabilidad y moderación.

En primer lugar, resulta esencial cuidar la comunicación con nuestros hijos. Si conseguimos establecer con ellos un clima de confianza esto facilitará que nos expliquen cuál es su motivación a la hora de utilizar estos dispositivos, que sean sinceros sobre el tiempo que les dedican cada día, y que nos escuchen si consideramos que el uso que hacen de ellos es inadecuado. Además, si la comunicación es fluida, podremos ayudarles también a proteger su privacidad en las redes.

Para ponernos en su lugar, es importante que las nuevas tecnologías no sean desconocidas para nosotros: recomendamos interesarse por las páginas web que visitan, las aplicaciones que utilizan o sus videojuegos preferidos, preguntando, escuchando y compartiendo experiencias.

Desde esta relación de confianza es importante llegar a acuerdos y establecer límites sobre el tiempo que pueden pasar con el ordenador, móvil o consola: ¿Cuántas horas o minutos al día? ¿En qué horario pueden utilizarlos? ¿Bajo qué condiciones? No es lo mismo si el niño o adolescente se conecta antes de haber cumplido sus obligaciones (como los deberes escolares), si juega a la consola tres horas cada día o si encender el ordenador es lo primero que hace al levantarse, por ejemplo. Resulta imprescindible que a la hora de establecer estos acuerdos participen tanto los niños como los padres: ambas partes deben estar implicadas para que se adquiera un compromiso.

Otro elemento importante consiste en controlar la ubicación (de la consola u ordenador). Colocar estos dispositivos en una zona común del hogar (en el salón o cualquier otra zona transitada y no privada), incita a un uso responsable –tanto con respecto al tiempo invertido como en lo referente al contenido-.

Además, conviene tener en cuenta que muchas veces se recurre al ordenador o a los videojuegos porque es la alternativa “que tenemos más a mano”: la más fácil y rápida para entretenerse. Contar con otras opciones de ocio atractivas en el hogar (como deporte, lectura o dibujo si nuestro hijo o hija está solo en casa, juegos de mesa si está con hermanos o con algún familiar, etc.) reducirá la probabilidad de que se escojan siempre y de manera sistemática las nuevas tecnologías.

Por último, debemos tener presente la importancia de nuestra propia conducta de cara a un posible modelado (algo especialmente relevante en el caso de padres que han convivido con estos dispositivos y están habituados a su uso). Si nuestro hijo o hija ve que comemos mirando el móvil o que vivimos pendientes del correo electrónico, estamos transmitiendo que es perfectamente normal y aceptable que nuestro día a día gire en torno a las redes sociales. Si, por ejemplo, recurrimos a los videojuegos o a la televisión por sistema cada vez que tenemos un rato de ocio, ¿no resultaría incongruente pedirles que no hagan eso mismo? Predicar con el ejemplo es una de las principales medidas que debemos tomar si queremos evitar que los más pequeños desarrollen una dependencia de las nuevas tecnologías.

Puede resultarte de interés el Programa PREVATEC que desarrollamos con jóvenes para la Prevención de la Adicción a las Tecnologías.