Esta semana tenemos las redes sociales que echan humo. En un blog muy conocido y que llega a muchas familias se ha escrito un post que defiende los castigos como método de enseñanza válido. En dicho artículo se defiende cómo se debe castigar a niños y adolescentes, para conseguir que haya mejor comportamiento por su parte.

Con honestidad y humildad os digo: si me llegáis a preguntar hace 6 años, os hubiese dicho que ese post estaba en lo cierto. Porque antes era eso lo que creía, lo que se estudiaba en las Universidades (intuyo que esto tampoco ha cambiado mucho) y lo que se utilizaba de manera generalizada. Era lo que nos marcaba nuestro “sentido común” de esa época.

Sin embargo ahora, con toda la información que tenemos sobre neurociencia, sobre los efectos de los castigos a largo plazo y sobre la Disciplina Positiva, es imposible compartir que los castigos son adecuados, necesarios y válidos. Lo siento, pero no.

Me podrás decir que tú castigas porque no sabes ya qué hacer.

Me podrás decir que se te acaban los recursos.

Me podrás decir que a veces has castigado y ha funcionado (en el corto plazo no lo pongo en duda).

Me podrás decir “pero tan mal no hemos salido” (y permíteme que a veces lo ponga en duda).

Pero no me digas que castigar es respetar a la infancia. Porque estamos en un punto en el que no se trata de opiniones, se trata de evidencias científicas.

En el post de hoy os traslado algunas razones por las que NO SE DEBE CASTIGAR, y posteriormente en otro post trataremos este tema desde el conocimiento del cerebro.

¿POR QUÉ NO CASTIGAR?

  1. A largo plazo, el castigo no enseña habilidades o competencias de vida. Es decir, el castigo no enseña a sentir empatía, saber relacionarse, tener sentido del humor, buscar soluciones a los problemas, etc. De hecho, cuando una persona es castigada, y más si esto sucede de manera recurrente, lo que aprende a largo plazo en realidad se resume en las “4 Rs” de Disciplina Positiva:
    1. Resentimiento. “Me están tratando de manera injusta.”
    1. Revancha. “Cuando tenga la oportunidad les devolveré el golpe.”
    1. Retraimiento. “La próxima vez lo haré sin que se den cuenta.”
    1. Rebeldía. “Haré lo que me dé la gana.”
  • El castigo hace que te sientas PEOR. Jane Nelsen dice; “¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de pensar que para que un niño actúe mejor, primero se tiene que sentir peor?”. Si lo piensas bien, no tiene ningún sentido. En el post a favor de los castigos se dice que incluso los adultos somos castigados y el ejemplo que se explica es “cuando no quieres ir a comer donde tu suegra, y después de que tu marido te echa la bronca, acabas yendo”… Este ejemplo, se pone de EJEMPLO para entender cómo el castigo funciona… Yo te planteo:
    • Si tu marido te echa la bronca, y a pesar de que finalmente decidas ir, ¿te hace eso sentirte BIEN?
    • ¿Esa situación te acerca emocionalmente a tu pareja o te aleja?
    • ¿Crees que esa situación construye la base de una relación respetuosa?
    • ¿Qué te enseña a largo plazo? ¿Qué conclusiones sacas sobre cómo tienen que ser las relaciones de pareja o las relaciones entre hombres y mujeres?
  • Sin CONEXIÓN no hay CORRECCIÓN. Relacionando este punto con el anterior se puede entender que no es posible educar desde la distancia emocional. Aquellos que tengan hijos e hijas adolescentes me entenderán muy bien. Si yo tengo una hija de 14 años con la que no tengo comunicación ni apenas relación, ¿cómo pretendo poder educar a mi hija? ¿Tendrá en cuenta mis opiniones y consejos o pasará de ellos? Esto es: para poder corregir y enseñar a los niños y niñas, necesitamos establecer cercanía, apoyo, cariño (amabilidad y firmeza)… Y esto desde los castigos no se consigue. De hecho, se consigue lo contrario: DISTANCIA EMOCIONAL.
  • Los castigos “minan” el sentido de pertenencia. Los seres humanos somos seres sociales. Esto quiere decir que necesitamos a las demás personas para sobrevivir. Toda aquella persona que se aísle de otras personas, padecerá problemas de Salud Mental. Los niños y niñas, como toda la gente, también necesitan pertenecer. Necesitan sentir que son queridos y que contribuyen a la sociedad, a su familia, a su escuela… Aquellos que presentan comportamientos inadecuados socialmente (que pegan, dañan, roban, mienten…), ¿crees que sienten que pertenecen? ¿Dañarías tú a un entorno del que te sientes parte? Seguramente, NO. Por lo tanto, no hay que castigar; hay que educar para establecer un vínculo adecuado de pertenencia.
  • El castigo es el ejemplo de las relaciones verticales. Una relación vertical es cuando de una persona está por encima de otra en lo que a respeto se refiere. Es decir, “yo soy más merecedor de respeto que tú”. Antiguamente se pensaba que esto era cierto. Pero la evolución hace que sea incomprensible. Es un pensamiento que está superándose en otros ámbitos, pero con la infancia se sigue defendiendo. Reflexiona sobre si estarías de acuerdo con estas ideas:
    • Los hombres merecemos más respeto que las mujeres.
    • Los jefes merecemos más respeto que los empleados.
    • Los ricos merecemos más respeto que los pobres.
    • Los acosadores merecemos más respeto que las víctimas.
    • Los padres merecemos más respeto que los hijos.

Esto no quiere decir que los padres y madres no tengamos más responsabilidad y debamos educar a nuestros hijos e hijas. Quiere decir, simplemente, que cuando aplicamos un castigo hacemos uso de nuestro poder y superioridad en la relación. Trasladamos el mensaje “yo te castigo, porque puedo hacerlo, porque estoy por encima”. Ahora te animo a pensar si realmente ése es el mensaje que quieres trasladar a tus hijos/as. ¿En serio quieres que cuando se sientan por encima de otros compañeros/as, les castiguen? ¿Quieres que te castiguen a ti cuando se sientan por encima de ti?

En este punto, puedo entender que a veces castigues porque no conoces otros recursos. Eso  no hace válida la herramienta.

Desde Disciplina Positiva se ofrecen muchas alternativas respetuosas: enfoque en soluciones, validar emociones, amabilidad y firmeza al mismo tiempo, actuar en tu metro cuadrado, permitir que existan las consecuencias naturales (las cuales son derivadas de la propia naturaleza “No quiero comer à Tengo hambre”), rutinas, entender lo que hay debajo del mal comportamiento, alentar, y un largo etcétera. No penséis que desde Disciplina Positiva no se ponen límites, porque SÍ SE PONEN. Y se ponen desde una manera respetuosa.

Pero por favor, si castigas, REVISA. Porque otra educación es posible.

Como decía Alfred Adler “Todo puede ser también diferente.”

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