Qué difícil cuando los niños tardan dos horas para meterse a la cama, cuando salir de casa y coger el autobús a tiempo es todo una odisea o cuando encuentran mil excusas para no meterse a la cama. El que las rutinas no se cumplan suele ser motivo de consulta y de preocupación por parte de las familias, ya que suelen generar luchas de poder o sobrecarga por hacer demasiadas cosas que los niños y niñas ya saben hacer.

Cuando hablamos de unas rutinas positivas nos referimos a aquellas que permiten a los más pequeños predecir lo que ocurrirá, sentirse seguros, confiados y que enseñan habilidades para la vida. Pero, ¿cómo hacer para que las rutinas manden y que no sea una lucha constante?

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que generalmente les gustan las rutinas, sobre todo cuando son pequeños. Éstas les ayuda a aprender, a responsabilizarse y a sentirse capaces. Por ello, cuando son pequeños son las familias las que establecen las rutinas, por ejemplo: primero desayunar, después vestirse…, aunque lo ideal es que esto se haga entendiendo la singularidad de cada persona. Esta herramienta es fantástica cuando queremos que las mañanas o las noches sean fluidas, ya que los niños normalmente las cumplen encantados, eso sí, habrá que insistir para que las interioricen bien. Una vez hecho eso, las personas adultas de referencia solo deberán preguntar: ¿qué toca después de esto? Por lo general, los niños y niñas suelen querer colaborar.

Relojes y alarmas

Suele ser útil hacer uso de relojes o alarmas para calcular el tiempo que requiere cada cosa, por ejemplo 10 minutos para lavarse los dientes, cuando suene la alarma se acabará el tiempo y se pasará a lo siguiente. Es un elemento lúdico que puede hacer que los niños y niñas se involucren más y aprendan el sentido del tiempo. Además, cuando se hace uso de calendarios o tablas, les suele encantar tener una foto suya realizando cada tarea, esto hace que se sientan parte de las rutinas y las respeten mejor.

Normalmente, si las rutinas se establecen bien desde el principio, cuando los niños crecen no suelen dar problemas, puesto que ya las tienen muy bien adquiridas. Aunque, cuidado, esto no quiere decir que todas las mañanas y las noches vayan a ser maravillosas.

Rutinas visibles

Cuando son más mayores y no las tienen del todo adquiridas o cada día es diferente, suelen generarse conflicto en torno a ellas. En ocasiones también puede ser una buena ocasión para que los niños y niñas se revelen y tengan llamadas de atención. Por ello, es muy importante involucrarles a la hora de establecerlas. Se puede elaborar una lista con todas las tareas, para luego ponerlas en orden y colgarlas en algún lugar visible. A partir de aquí, las rutinas son las que mandan. Cuando los niños y niñas saben vestirse solos, por ejemplo, no deberán estar las familias (padres y madres) pendientes, puesto que ellos tienen que seguir sus propias rutinas.

Algo a lo que los padres y madres se tendrán que resistir cuando se establece esta nueva herramienta es a sermonear o hacer las cosas por ellos. Una manera muy útil de evitar esta tentación es describir lo que está ocurriendo (veo que todavía no has desayunado) y remitirse a la lista con pocas palabras (¿Qué toca ahora? ¿En qué habíamos quedado?). En este sentido, mantenerse firme de manera amable, ayuda a los niños a comprender que las rutinas tienen que cumplirse.

Algo que suele ayudar es que no solo sean los niños de la casa los que tienen tareas, si no que todos los miembros tengan algo que hacer. Por ejemplo, cuando se reparten las tareas de limpieza, que toda la familia esté limpiando y que cada uno tenga algo asignado.

Finalmente, cuando los niños o niñas tienen un comportamiento de no hacer las cosas que tocan, puede que haya que plantearse qué es lo que hace que esa conducta se mantenga. Puede que haya algo debajo como la búsqueda constante de atención o la necesidad de poder por parte del niño o la niña. En ese caso, es importante observar bien, ya que probablemente el “mal comportamiento” no se dé solo cuando hay que cumplir las rutinas, si no que sea común en otras ocasiones. Además, se deberá responder de manera adecuada, teniendo en cuenta las necesidades del niño para que estas conductas no se mantengan en el tiempo.