Padre y madre jóvenes con dos hijos de 4 y 7 años.

Queja y motivo de consulta:
El hijo pequeño no come ningún alimento sólido, y sólo con mucho trabajo toma algún alimento pasado. Quieren que con nuestra ayuda su hijo se siente a la mesa y haga las comidas que hace la familia: desayuno, comida y cena con normalidad, es decir alimentos sólidos y en las cantidades que se requiern para un niño de 4 años

Presentación del caso:
Acuden a consulta los padres de Juan angustiados por el tema de las comidas que “se ha convertido en un drama”. El pequeño no come apenas nada y lo poco que consiguen darle tiene alto riesgo de vomitarlo, por lo que después de comer tienen que cogerle en brazos durante un buen rato para que repose la comida (hablan de comidas que duran más de dos horas como algo habitual). Comunican que tampoco come nada en el colegio. En la familia no se suelen hacer planes de fin de semana porque bastante tienen con el tiempo que dedican a la comida. Además, el pequeño tiene asma, alergias y lo definen como un niño triste que casi no juega. El pediatra nos ha llamado para decirnos que si el niño pierde un sólo kilo, hay que ingresarle para darle el alimento por sonda.

El otro hermano ha empezado a vomitar la comida de vez en cuando y comentan que a la madre últimamente le dan arcadas en las horas que hay que sentarse a la mesa.

Evolucion del caso:
Parece sorprendente pero en este caso conocimos al niño por fotos. Todo le trabajo se hizo con los padres porque el niño nos parecía demasiado pequeño para acudir a consulta, además, solemos pensar, ¿qué podemos hacer con él que no hayan hecho sus padres? Lo más adecuado es trabajar con los padres que están todo el día con su hijo, además queríamos ver cómo funcionaban ellos ante el problema. Descubrimos cosas importante que nos ayudaron para evolucionar positivamente: Los padres, en su intento de hacer bien las cosas y angustiados por un tema tan importante como la comida, estaban repitiendo conductas que lo único que hacían era afianzar más la negativa del niño a comer y cuanto más insistían en que comiera, en que no vomitara, en elegir lo que creían le podía gustar más, etc… Más rechazaba él la comida. Así a partir del momento en el que se dan cuenta de que ellos son capaces de actuar de una manera diferente y cambiar sus viciados patrones de actuación, sus esfuerzos fueron encaminados a cambiar sus respuestas y conductas con respecto a su hijo, intentando evitar muchas de sus conductas anteriores.

En poco tiempo, el niño también cambió de actitud, no le quedó más remedio, porque sus padres no estaban ahí para reforzarle en todo lo que le había reforzado, y empezó a comer . Poco a poco fue comiendo más y más rápido hasta que se dio cuenta de que de esta forma también llamaba la atención. Entonces enfocamos el tratamiento para que controlara esta velocidad comiendo. En este caso también son los padres los que aprendieron a manejar la situación.

Trabajando así se consiguió que la comida se convirtiera en un hábito más dentro de las rutinas personales y familiares y el niño, al mismo tiempo y sin hablar de ello en sesión, empiezó a jugar más, y no volvió a tener ingresos por el asma; también desaparecieron la mayoría de sus alergias. La dinámica cambia de tal manera que los padres sienten que tienen el control de la situación y no se sienten superados por ella, como pasaba el principio

A lo largo del tratamiendo las relaciones entre los miembros de familia van mejorando y normalizándose porque debido al problema había alianzas y enfrentamientos que estaban “contaminando” los lazos familiares.

Comentarios sobre el caso:
Este es un caso que tiene un final feliz y en menos de 10 sesiones. Ya sabemos que todas las terapias no son igual de exitosas, pero lo importante es saber que estos problemas tienen arreglo, que son tratables y que es mejor tomar medidas para evitar llegar a extremos como tener que ingresar a un niño porque no puede perder un kilo. En muchas casos se necesitan pocas sesiones para mejorar y hasta para solucionar, que es lo importante.

Nos parece importante destacar la importancia de ver al camino hacia la solución desde el principio de la terapia.

Algunos os preguntaréis por qué no vimos al niño, y muchos padres también nos lo preguntan, aunque en cuanto se empieza a trabajar con ellos, se dan cuenta inmediatamente. Creemos que los padres son la clave, ellos conocen a sus hijos y han hecho todo lo que han podido para que el niño mejore por lo que no vamos a repetir cosas que ellos ya han hecho y lo vamos a conocer todo mejor haciendo el trabajo con ellos. Además, consideramos que el niño es pequeño para venir a consulta y, por supuesto, que en las relaciones sólo hace falte que cambie una parte para que cambie también la otra y nos parece mucho más fácil que sea el adulto el que inicie el cambio.

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– Hábitos de alimentación