Por desgracia hay temas que se ponen de moda y esto tiene serias consecuencias:
Se pueden detectar casos que hasta entonces estaban encubiertos y los niños estaban sufriendo silenciosamente mientras los adultos de su alrededor lo ignoraban.
Pensar que todo es bullying, hasta los casos habituales de conflicto entre algunos niños en el entorno escolar.
No vamos a restar importancia al segundo, porque también puede ser necesario que el adulto intervenga para ayudar a resolver, pero tampoco lo vamos a llamar bullying porque poniendo este nombre, lo que hacemos es darle más importancia de la que tiene y generar problema donde quizá no los haya.
Hablemos de un caso de buylling
Llegan a consulta unos padres pidiendo ayuda porque su hijo de 8 años, llamémosle Ander, no quiere ir al colegio. Hasta ese momento ha ido resignado, comentan que nunca ha ido encantado, pero que tampoco se había quejado. Va adquiriendo los aprendizajes básicos con un poco de ayuda, pero bastante bien. Ahora llega el domingo y no quiere ir a la cama, llora desconsoladamente porque dice que si se duerme llega la hora de ir al colegio.
Cuando llega «la hora de la verdad», hay que ir a clase, el problema crece: el niño empieza a vomitar y a llorar amargamente. Esto se repite durante días, y la madre encuentra pelos que se ha arrancado, debajo de la almohada y de la cama de Ander. En el colegio sus tres profesores dicen que le ven triste y algo nervioso, y que no está atento en clase.
Sugerimos que los padres pidan a los profesores que se le observe en los recreos y en general cuando no está en horas de aprendizaje de materias.
Cuál es la sorpresa de estos cuando descubren que hay un niño de la clase de al lado (un año y medio mayor), seguido por su séquito de “amigos» que están «hablando» con él. Ander no llora pero, según describe la profesora, “está muy compunjido”. Mientras esta observa, se produce un empujón con una patada discreta, y en este momento el niño saca sus galletas para dárselas a los otros que salen corriendo en cuanto ven que se acerca la profesora.
Cuando Ander se da cuenta de que ya no le queda más remedio que hablar, le cuenta todo a la profesora llorando desconsoladamente. Ésta, con mucho tacto, consigue saber qué pasa y desde cuando. Así descubre que el conflicto lleva tiempo y que el niño está sufriendo considerablemente, el acoso de otros niño más mayores. También se encuentran en su mochila papeles con insultos y amenazas que lleva recibiendo durante semanas. Ander dice que rompía los papeles porque no quería que sus padres o profesores descubrieran lo que estaba pasando. Tenía miedo de que le pegaran más, porque estos niños, entre otras amenazas, le habían dicho que como «se chivara le iba a caer una buena»
A partir de este momento los profesores tomaron cartas en el asunto y fueron la pieza clave que ayudó a resolver el conflicto. No hubo que recurrir a ningún organismo oficial, no se dejó que avanzara más el problema y ellos con los niños implicados resolvieron este caso.
Por otro lado, Ander necesitó un poco más de ayuda y apoyo, de sus padres, profesores y nuestra. Tuvimos unas pocas sesiones con él, hasta que ganó confianza y seguridad y tuvo la valentía de quitar el miedo y la vergüenza por lo que le había pasado.
En todos los casos, bullying o no bullying, lo importante es que se resuelva el problema para que el niño se integre en el grupo , deje de sufrir y sea feliz. El hecho de ponerle nombre, hacer famoso el término, y hasta que algunos se inventen una medicación (sabemos que hay empresas capaces de ello para otros problemas), no resuelve nada; lo importante es tratar de ser eficaz en la búsqueda de soluciones lo antes posible.
Virginia Rodrigo del Solar
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