Actualmente nos enfrentamos a grandes retos en la educación. La sociedad ha evolucionado y también ha cambiado por completo la forma en la que aprendemos. A pesar de que en el día a día parece que hacemos las mismas cosas que hace décadas, el cerebro de los niños y adolescentes de ahora es bastante diferente del nuestro cuando teníamos su misma edad.

En cierto modo esto explica porqué actualmente vemos a muchos alumnos y alumnas que se encuentran bastantes dificultades en el estudio. Su cerebro está acostumbrado a procesar un tipo de información concreta y a una velocidad de vértigo. Sin embargo, el modelo educativo sigue siendo el mismo que se lleva empleando en las últimas décadas. ¿De qué sirve tener escuelas 2.0 si la metodología que se sigue es la de hace 20 años? Algo se nos escapa. Tal vez estamos centrando todos nuestros esfuerzos en que los chavales estudien y en realidad, deberíamos esforzarnos por saber qué hacer para que los estudiantes aprendan. Con toda la información que tenemos a nuestro alcance estamos pasando por alto lo que la neurociencia tiene que decir al respecto.

Claves para potenciar el aprendizaje:

  1. Solo se recuerda lo que tiene sentido y significado

Generalmente se recuerda mejor la información que tiene un sentido para uno mismo, es decir, que puede comprenderse. Y también, aquellos datos e ideas que tienen un significado concreto o, dicho de otra forma, que son relevantes para la persona.

Esto indica que dos estudiantes del mismo curso no tienen porqué almacenar la misma información en su memoria funcional, puesto que esto depende en gran medida de las experiencias personales de cada uno. E incluso que la memoria no depende de la capacidad de esfuerzo, sino de si pasa o no el umbral de lo que cada uno considera importante.

  1. Las emociones influyen en la memoria

Partiendo de la idea de que la principal función del cerebro es garantizar la supervivencia del individuo, las emociones juegan un papel muy importante en el aprendizaje. Dependiendo de si un alumno siente una amenaza en su entorno más cercano (escolar, social, familiar…), encontrará más o menos obstáculos para retener las ideas principales en clase y durante el estudio.

Esto sucede porque cuando una persona está pasando por un mal momento, muy probablemente su sistema límbico (dirigido por la amígdala) haya “secuestrado” los procesos cerebrales complejos (comprensión, razonamiento, atención y memoria). En esta situación además, también hay que tener en cuenta el impacto que ejerce el cortisol (la hormona del estrés) sobre el pobre funcionamiento que queda vigente de los procesos complejos.

¿Sabías que un adolescente suele vivir y actuar “secuestrado por sus emociones” en el 90% de su tiempo, igual que un niño que siente que no llega a los mínimos que se le exigen desde el colegio o en casa? Por supuesto esto no es algo voluntario y por ello, los alumnos necesitan que sus emociones también sean atendidas y escuchadas.

Por suerte, también podemos darle la vuelta a la tortilla porque, bajo ciertas condiciones, las emociones pueden influir positivamente sobre la memoria al liberar hormonas que estimulan la amígdala. O en otras palabras, recordamos mejor aquellos sucesos que nos han dejado una huella (positiva o negativa) en nuestras vidas. Por ello, es importante aprender a través del humor, divirtiéndose y riéndose, algo que es muy posible aunque parezca mentira.

  1. El aprendizaje se da mediante secuencias

Gracias a la investigación que se ha realizado hasta el momento, ahora sabemos que el cerebro procesa la información en paralelo. Es decir, cada vez que llega una información al cerebro se forman nuevas conexiones neuronales y a su vez, se activan otras neuronas que almacenan información de experiencias pasadas.

Por otro lado, también sabemos que el cerebro almacena la información en secuencias o patrones y que con recordar uno de éstos, es posible recuperar toda la información. En términos prácticos, conviene que el alumno relacione la nueva información con datos que ya sabe y con sucesos recientes, pero sobre todo, con algo que le llame la atención. Así, esta información se almacenará en mayor profundidad.

  1. Los procesos de aprendizaje tienen un tiempo límite

La memoria funcional (procesos que se activan para que se dé el aprendizaje) tiene un tiempo limitado. Según las investigaciones este tiempo está disminuyendo a lo largo de los años. Ahora, el tiempo límite para los adolescentes y adultos se sitúa en torno a los 20-30 minutos. Parece que esto no es muy esperanzador…

La buena noticia es que la investigación en neurociencia también dice que este tiempo límite puede aumentar siempre y cuando se alterne el tipo de tarea que se realiza. O también, puede aumentar si se trabaja en torno a una idea o un concepto de diferentes formas: de forma abstracta (hablando sobre ello), de forma práctica (realizando un experimento), de manera visual (realizando un dibujo)…

  1. Emplea un método de estudio activo

Teniendo en cuenta todo lo comentado hasta ahora, para que se produzca un aprendizaje de calidad es necesario que el estudiante transforme los conocimientos teóricos en ideas prácticas. Dejando rienda suelta a la creatividad e imaginación. Digamos que de cuantas más formas se estudie, mejor se guardará esa información en la memoria a largo plazo.

Sin duda podría continuar nombrando las claves a tener en cuenta para garantizar un mejor aprendizaje. Si te gustaría saber más, te recomiendo los libros que tratan sobre neuroeducación, por ejemplo, cualquiera de Francisco Mora.

Necesitamos entender cómo funciona y aprende el cerebro de los alumnos para adaptar las metodologías en favor de que se dé un mejor aprendizaje y sobre todo, con el fin de que el tiempo que pasan en la escuela e institutos potencien su desarrollo personal y su autoestima.