Este artículo ha sido escrito por Lucía Romero Twardzik.

 

Tolerar la incomodidad es una de las habilidades más importantes a desarrollar en nuestra vida. Por ello, resulta incongruente que no nos la enseñan ni en casa ni en la escuela, al igual que no se nos enseñan otras habilidades tales como identificar y gestionar nuestras emociones, aprender a trabajar con nuestros pensamientos a nuestro favor, aprender a gestionar el dinero, a cuidar nuestra salud o a relacionarnos mejor con otras personas. Queda entonces en nuestra responsabilidad como personas adultas el tomar esta valiosa parcela de la educación en nuestras manos, algo que nos va a traer beneficios en todos los aspectos de la vida.

¿A que nos referimos exactamente con incomodidad?

La incomodidad se percibe como un malestar interno donde hay sensaciones físicas y emociones desagradables. La incomodidad es parte de la vida. Vamos a sentirla en muchas ocasiones porque es necesaria y natural en múltiples procesos. Nuestro cuerpo-mente utiliza esta sensación para indicarnos que algo está fuera de equilibrio, porque estamos en un contexto nuevo, porque es necesario movernos y estirarnos, porque es necesario tener precaución, etc. Nuestro cuerpo la usa para satisfacer sus necesidades básicas como son comer o excretar, genera sensaciones de incomodad para así llamar nuestra atención y  poder movilizarnos  con la intención de que restauremos nuestro equilibrio.  Sentimos la punzada de hambre con la intención de que nos movamos para encontrar qué comer y así dejar de sentir el malestar.

También nos avisa cuando es necesario hacer un cambio: podemos aprender algo nuevo, cambiar una relación o un lugar que ya no nos gusta, abrazar nuevos retos, crear y modificar nuestro entorno… Surge para avisarnos de que estamos saliendo de nuestra zona conocida hacia algo nuevo y esto es un mecanismo de protección que nos invita a estar más alerta y a cuidarnos en un escenario que no es el habitual. Por eso, es natural sentirnos incómodos cuando viajamos, cuando probamos sabores nuevos, cuando conocemos gente diferente, aprendemos una nueva habilidad o tenemos un nuevo trabajo. Por precaución nuestro cuerpo-mente activa una sensación de incomodidad para mantenernos un poco mas alertas. No es mala ni peligrosa, sino una parte inevitable de la vida. Aprender a tolerarla va a facilitar aprender cualquier cosa, ampliar horizontes, porque vamos a estar más abiertos a conocer lugares, actividades y gente nueva, nos va a ayudar a superar miedos, a adoptar hábitos nuevos, a gestionar las emociones sabiamente y a relajarnos más fácilmente.

Uno de los principales factores que impide que una persona adquiera nuevos hábitos, por ejemplo de alimentación o de deporte, es que no sabe cómo tolerar esa incomodidad inicial de hacer una actividad diferente a lo cotidiano. Por ejemplo, nos incomoda cuando suena el despertador más temprano y tenemos que levantarnos y sentir el frio inicial al ponernos la ropa de deporte. Aprender a tolerar una sensación desagradable no es algo que nos ponga el freno e impida entrenar, no es algo que nos haga sentir en peligro o algo tan desagradable que  no se pueda tolerar. En cambio, si aprendemos a experimentar esa sensación incómoda inicial, luego vamos a tener el maravilloso beneficio que se siente al mover el cuerpo y después el beneficio que se siente al tener una actividad de movimiento de manera regular. Otro ejemplo es no abrirse a probar sabores nuevos, ya que limita mucho nuestras opciones de alimentación. Esto es porque no se toleran sabores nuevos. Decimos: “Esto no me gusta” y se vuelve a lo de siempre, muchas veces sin probarlo. Cuando no toleramos lo que es incómodo o desagradable nos estamos cerrando a integrar algo nuevo. Ten en cuenta que la incomodidad es parte del proceso de aprendizaje. Siempre que comenzamos un proceso de aprendizaje nos vamos a equivocar o confundir y si no toleramos la fase inicial vamos a desistir. Probablemente si toleramos la fase inicial donde nos sentimos incómodos, conforme vamos aprendiendo, la incomodidad pasa. Es algo por lo que todos hemos pasado en diferentes procesos de la vida: bicicleta, coche, cocinar algo, etc.

¿Cómo sería posible superar un miedo si no nos atrevemos a enfrentarlo, si lo evitamos?

La única forma de superarlo es exponiéndose poco a poco, una y otra vez hasta que la práctica haga que se convierta en algo más familiar y ya la incomodidad se pueda tolerar y no genere sufrimiento.

La sociedad actual nos ha entrenado a tener una baja tolerancia a la incomodidad porque estamos acostumbrados a la gratificación inmediata y cualquier signo de malestar lo leemos como algo desagradable, peligroso y nos empezamos a abrumar y buscamos evitarlo lo antes posible. Nos hemos hecho intolerantes a esperar y estamos con una urgencia que nos incómoda. Obviamente los avances modernos nos han facilitado la vida en muchísimos aspectos, pero también han debilitado nuestra capacidad para esperar y tolerar el malestar, queremos todo de inmediato: aquí y ahora.  Se nos hace difícil tolerar lo que ocurre fuera pero también lo que ocurre en nuestro interior. Como hemos recibido poca educación emocional creemos que las emociones desagradables son intolerables. Decimos: “No puedo, me supera, me voy a morir”, etc. Creemos que son peligrosas o inadecuadas y, por lo tanto, cuando sentimos una emoción intensa inmediatamente buscamos qué hacer para dejar de sentir eso. Lo mismo ocurre con las sensaciones del cuerpo. Nos hemos alejado tanto del contacto con nuestro cuerpo que ante cualquier sensación desagradable nos asustamos o nos enfadamos, porque tenemos hambre, porque tenemos sueño, porque nos duele la cabeza, etc. Antes no había la accesibilidad ni la abundancia de los alimentos que tenemos actualmente, ni aspirina, ni antiácidos, ni nada para los dolores menstruales, en nuestra sociedad se ha reducido la ventana de tolerancia al dolor y a la incomodidad. De este modo, tener el acceso tan inmediato para reducir las sensaciones desagradables nos ha hecho más intolerantes a ellas. Por esta falta de costumbre y miedo a la incomodidad, se incurre a conductas de alivio inmediato pero que generan malestar a largo plazo como fumar, comer, tomar alcohol, comprar, jugar a videojuegos, dormir, visitar redes sociales, procrastinar u otra conducta evitativa.

La gran paradoja es que practicamos estas conductas tratando de evitar la incomodidad pero lo que hacemos es que esas mismas conductas nos causan aún mayor incomodidad.

¿Cuán a menudo utilizas la comida como una manera de evitar la incomodidad?

Todos los casos en donde se evita comer o donde se come en exceso son para evitar la incomodidad. Puede ser que algo interno te incomode, como una sensación o una emoción, a veces la experiencia de estar en el cuerpo o la misma apariencia del cuerpo. Otras veces puede que sea algo del contexto lo que incomode, como lo que alguien dijo, como actuó una persona o una situación en particular. El hecho de comer o no comer (restringirte, prohibirte, controlar la comida) brinda una sensación de alivio es común echar mano de ese recurso, más aún si ha sido un recurso que hemos practicado y hemos adoptado a lo largo de nuestra vida.

¿Qué actividades positivas hemos dejado por no enfrentarnos a la incomodidad? No tener mejor sueldo por no enfrentar la incomodidad de hablar con el jefe o la jefa y pedir un aumento, no pedir ayuda, no atender problemas de salud, etc. Si queremos vivir esa vida que deseamos, necesariamente tenemos que hacer cosas que nos son incómodas. Quitarnos la fantasía infantil donde todo debe ser rápido, fácil, bonito y placentero. Eso no existe, la vida es cómoda e incómoda, alegre y triste, hay momentos de rabia y de tranquilidad, hay amor y desamor, hay miedo y seguridad, hay dolor y hay bienestar y hasta que no nos abramos a experimentar todo eso que es la vida no vamos a estar realmente vivos, no vamos a poder lograr lo que queremos. Además, la buena noticia es que tolerar la incomodidad es una habilidad que todo el mundo puede desarrollar.

En nuestro próximo artículo sobre Psiconutrición te vamos a dejar 2 ejercicios muy puntuales para fortalecerla y que podrás poner en práctica en tu día a día, allá donde estés.

Con el primero aprenderás a redirigir una situación estresante del día a día en una oportunidad para aprender a quedarte en la incomodidad, bajar a tu cuerpo y a calmarte a ti misma.

En el segundo vas a ayudarte de tu propio maestro cotidiano para aprender a tolerar la incomodidad. ¡El próximo miércoles lo publicaremos!