El experimento de Harlow fue un experimento dentro de la psicología que puso de manifiesto la importancia y necesidad del afecto. En concreto, Harlow experimentó el afecto con crías de monos, a las que se les privó del contacto con sus madres. Su experimento se basó en la teoría previa de Bowlby acerca del apego en la cual se investigaba cómo los lazos entre hijos/as y madres de los primeros meses de vida influían en el posterior desarrollo y las características psicológicas de esos/as hijos/as.

En este sentido, la teoría del apego también estimaba que la ausencia de contacto regular de una madre que diese afecto durante los primeros meses de vida suponía un daño irreversible en el/la niño/a. Por ello, basándose en esta idea de privación del afecto materno, Harlow decidió experimentar con monos Rhesus. En concreto, su experimento se centró en apartar a crías de mono de sus madres y dentro de una jaula darles a elegir entre una mono de alambre que portaba un biberón con leche o un mono de felpa, suave, pero sin biberón.

Los resultados de este experimento le dieron la razón a Bowlby y a su teoría del apego. Con marcada diferencia las crías de mono optaron por el mono de felpa, que aunque no ofreciese comida tenía más similitud con el contacto físico cálido de una madre de verdad.  Así mismo, este mono de felpa ofrecía más seguridad a las crías y ellas acudían en su búsqueda cuando sentían miedo o estrés.

Todo esto marcó la importancia del apego en la edad temprana, y también cómo el hecho de no disponer de él podía hacer que las crías de mono en la edad adulta tuvieran problemas de sociabilidad, afectividad e incluso muriesen.

Posteriormente han sido muchas las investigaciones que han tratado este tema. A continuación especificamos los tipos de apego más destacados que se detectan:

  • Apego seguro: como el nombre indica, este tipo de apego ofrece en el/la niño/a la seguridad que necesita para, posteriormente y cuando estén preparados/as, explorar el mundo. Si la persona de apego está cerca, serán niños/as que tiendan a explorar su medio. Además, se trata de un contacto físico afectuoso que implica tranquilidad.
  • Apego resistente o ansioso: incluso aunque la persona de apego esté presente, tienden a no explorar el mundo o a hacerlo con mucha ansiedad. En este tipo de apego existe también ambivalencia, de modo que no se quieren separar de la persona de apego, pero al mismo tiempo con esa persona pueden mostrar hostilidad.
  • Apego evitativo: se trata de mostrar indiferencia tanto si la persona de apego se encuentra cerca como lejos o no presente. Además, cuando la persona vuelve, evitan el contacto como una forma de “castigo”.
  • Apego desorganizado: es cuando el/la niño/a presenta un apego muy confuso, que se entremezcla entre el evitativo y el ansioso. Se suele dar en casos de mucha privación de afecto, como pueden ser casos de abandono o maltrato.