A los adultos, y más para los que la comunicación vía dispositivos electrónicos es relativamente nueva, nos puede sonar a chino la palabra sexting, pero para los adolescentes de entre 14 y 20 años de edad, este término no es tan ajeno. El sexting es una práctica que consiste en mandarse fotos de carácter sexual o erótico con un dispositivo electrónico. Este término, puede referirse también a aquellas acciones que se llevan de manera pasiva, es decir, cuando se reenvían fotos en las que no se ha tomado parte activa. Las investigaciones, apuntan a que es una práctica que se está considerando normal entre los jóvenes, pero no normativa (VanOuytsel et al., 2015), es decir, no es realizada por la mayor parte de los jóvenes. En concreto, en España no se han realizado muchas investigaciones con respecto a la prevalencia, pero se habla de que un 13.5% de los jóvenes a participado alguna vez en estas prácticas Gámez-Guadix et al. (2017) y parece que va en aumento.

Todos nos podemos imaginar las implicaciones que pueden tener dichas prácticas en la persona, a nivel social, emocional… Pero ¿y los más jóvenes? ¿Sienten esta práctica como un riesgo? ¿Son conscientes de las implicaciones?  Y nosotros como adultos, ¿qué partes de la conducta de nuestros adolescentes tenemos que entender como parte de un proceso madurativo y cuales como un problema?

El aumento del uso de las redes sociales como canal de comunicación ha podido influir en que este tipo de prácticas cada vez sean más habituales. Para muchos adolescentes el móvil, es la herramienta principal para iniciar el coqueteo. Esto, unido a que la adolescencia es una etapa de exploración de la sexualidad y todavía tienen dificultades para poder valorar bien las consecuencias de sus actos, les puede llevar a poner en práctica conductas de riesgo, tales como el sexting, relaciones sexuales sin protección…

¿Qué podemos hacer nosotros como adultos?

  1. Romper tabús

El sexo y la sexualidad tienen que dejar de ser un tabú en las familias. La mayoría de jóvenes son autodidactas en este tema, y se informan a través de plataformas y videos que no son para nada adecuados para la edad.  Según los datos de Save de Children, la edad a la que los niños y niñas acceden por primera vez a la pornografía es a los 12 años de edad, siendo que 7 de cada 10 la consumen de forma frecuente. Este dato, implica que en las casas es necesario hablar de las relaciones de intimidad a esas edades, para que los niños y niñas no adquieran esos estándares como normativos. Poder hablar de esto hace que comencemos a introducir conceptos como: consentimiento, respeto, intimidad… indispensables para asentar relaciones sanas.

  1. Comprender la situación

Aunque es complicado para los padres y madres ponerse en la piel del adolescente y entender los motivos por los que ha llevado a cabo esa acción con la que se ha puesto en riesgo, es importante escuchar. Hablar desde el querer comprender abrirá, las puertas para una comunicación sincera. De lo contrario, los más jóvenes ocultarán sus sentimientos y sus reflexiones y comenzarán a mentir y a ocultar.

  1. Hablar de consentimiento y de consecuencias

Los datos muestran que la mayoría de las prácticas de sexting, son pasivas, es decir, que no son las personas que las reenvían y las mandan las que forman parte activa. La mayoría de los mensajes son de personas desconocidas y ellos solo las comparten. Estos actos tienen implicaciones legales, que muchas veces los jóvenes desconocen. Buscar artículos junto con los adolescentes de las implicaciones puede hacerles conscientes de la gravedad del asunto.

Por otro lado, también es importante hablar de las implicaciones emocionales que puede tener para terceros, y por ello hay que entrenarles para que sean capaces de detectar las cadenas de mensajes y no sean parte activa de la difusión.

  1. Ver con ellos contenido educativo

Una de las claves para llegar a ellos es mediante contenido que sea apropiado y de su edad que traten estos temas. Pueden ser desde series para jóvenes, libros, revistas, películas… Esto puede ayudarles a comprender situaciones determinadas y poder analizar desde fuera.

  1. Entrenar el saber decir que no

Cuando hablamos de este tipo de comportamientos, siempre surge la duda de si el o la joven ha mandado estas fotos por presión y por falta de asertividad o por voluntad propia. Es importantísimo que nuestros hijos e hijas estén entrenados en saber decir que no, a pesar de la presión y la insistencia. Inculcarles que cuando hablamos de sexo, lo que hacemos tiene que ser porque queremos y sin coacciones de ningún tipo. Asimismo, poder hablar con ellos sobre la intimidad y que es aquello que no pertenece al ámbito público.

  1. Supervisión y limites

Los adolescentes en muchas ocasiones llevan a cabo acciones de las que no son plenamente conscientes y aunque parece que ya se van haciendo adultos, necesitan todavía la protección de sus madres y padres. Teniendo en cuenta el riesgo que conlleva este tipo de prácticas, es necesario que se les supervise. Existen aplicaciones, (que están muy de moda) como Omegle, en las que pueden hablar con cualquier desconocido que esté conectado en ese momento. Supervisar qué tipo de aplicaciones utilizan, para qué y de qué manera es indispensable para protegerles.

Referencias:

https://www.savethechildren.es/notasprensa/informe-de-save-children-casi-7-de-cada-10-adolescentes-consumen-pornografia-la-que

Gámez-Guadix, M., De-Santisteban, P., & Resett, S. (2017). Sexting among Spanish adolescents: Prevalence and personality profiles. Psicothema, 29(1), 29-34. https://doi.org/10.7334/psicothema2016.222

Van-Ouytsel, J., Walrave, M., Ponnet, K., & Heirman, W. (2015). he Association between adolescent sexting, psychosocial difficulties, and risk behavior. The Journal of School Nursing, 31(1), 54-69. https://doi.org/10.1177/1059840514541964