Pasadas las fechas navideñas y después de tantas comilonas en familia, polvorones, celebraciones, etc., se acerca el año nuevo y entre los objetivos que nos hemos planteado destaca siempre el bajar unos kilitos.

Para algunas personas es algo puntual el bajar de peso, pero para la inmensa mayoría que se lo plantea, tiende a ser algo que se repite año tras año y en bastantes épocas del año, tales como en la operación bikini.

Es también cada vez más común que estas personas, cansadas ya de buscar la solución en dietas milagro de Internet o en nutricionistas, acudan a las consultas de psicología o consulten con un coach qué les está limitando su bajada de peso a nivel psicológico o de hábitos de alimentación y vida saludable. En este sentido, algunos problemas relacionados con la psicología como por ejemplo ansiedad o trastornos en el estado de ánimo, influyen directamente en el tipo de alimentación que llevamos a cabo.

La pregunta que nos planteamos aquí es “¿de qué manera me puede ayudar la psicología a bajar de peso?”

En primer lugar, es necesario tener en cuenta el entorno familiar y social, en el sentido de que si estamos rodeados de personas con malos hábitos de alimentación va a ser más complicado cambiar nuestra forma de alimentarnos.

En segundo lugar, es importante plantearse que hemos podido estar interpretando mal las señales de nuestro cuerpo. De este modo, en ocasiones interpretamos que tenemos hambre cuando puede que en realidad sea sed lo que tengamos y con un vaso de agua se solucione la sensación de vacío.

En tercer lugar, es recomendable hacer la compra después de haber comido, para evitar comprar más de la cuenta y evitar también añadir productos irresistibles pero con alto contenido calórico.

En cuarto lugar, busca maneras alternativas de liberar la ansiedad. El deporte, caminar, leer, nadar, etc., son algunas ideas más saludables y que permiten eliminar o reducir el estrés que vivimos cada día. En esta línea, es importante masticar despacio, puesto que se relaciona con la cantidad de comida que se ingiere.

En quinto lugar, es muy importante poner metas a corto plazo, para que poco a poco vayamos acercándonos a aquello que en definitiva queremos conseguir. Un ejemplo de esto sería hacer deporte de forma paulatina y añadir más actividad a medida que vamos cogiendo el hábito.

En sexto lugar, ponte las raciones de comida en plato pequeño. Aunque sea un hecho muy sencillo y concreto, esto ayudará a tener más sensación de saciedad mientras se come.

Finalmente, ten en cuenta que no se trata tanto de perder peso en el corto plazo, sino de establecer unos hábitos saludables y constantes de alimentación, que poco a poco darán dando sus frutos. Por ello, mentalízate de que se trata de un proceso y ve modificando poco a poco pequeñas acciones hasta conseguir el propósito.

¡Esperamos que este artículo haya sido de tu interés!