El fallecimiento de la pareja es una de las vivencias más tristes y dolorosas a las que se enfrenta el ser humano. Elegimos a nuestros compañeros o compañeras en la vida pensando en como estos llenan y suman en ella y nunca planteándonos el dolor que llega a suponer el momento en el que finaliza su transito en la vida.

Pablo Neruda expresa en una preciosa frase una realidad habitualmente sentida en estas vivencias de duelo: “Mis pies querrán caminar hacia donde estés durmiendo, pero seguiré viviendo”.

 

La tristeza, emoción característica del duelo

La tristeza es la emoción más común ante el fallecimiento de la pareja. En las diferentes fases del duelo la tristeza se manifiesta de diferente manera:

  • En los primeros momentos tras el fallecimiento, la sensación es de tristeza, de aturdimiento y de confusión. La primera fase de duelo es de negación y mientras permanecemos en ella, la asimilación de la falta del ser querido aún no ha sido procesada.
  • Cuando la aceptación de la perdida comienza a producirse llega con ello la rabia. Es una tristeza densa, profunda y muy dolorosa, es la fase en la cual comienza la vivencia aguda del duelo. Es importante y necesario reconocer la tristeza sentida y aceptarla. Además, hay momentos en los que la tristeza profunda se mezcla con la frustración y el enfado de continuar el camino de la vida desde el hueco que queda tras la pérdida de nuestra pareja.
  • La última fase del duelo es la marcada por la vivencia de nostalgia. En ella alimentamos a nuestro cerebro desde los recuerdos y el afecto que queda en nosotros con ellos.

Todo este transito es necesario para que el duelo se consolide de forma sana y que así aseguremos nuestro bienestar mental. Es habitual ver cómo huimos de la emoción de tristeza por considerarla desagradable. Sin embargo, en el duelo, la tristeza tiene un papel fundamental, favoreciendo una fase de profundización y aceptación que nos ayuda a gestionar tanto el proceso de despedida como el comienzo de la andadura de nuestro propio camino tras la perdida.

 

Autocuidado y rutinas

La andadura tras la perdida es un camino difícil cuya primera máxima tiene que ser la honestidad emocional con uno mismo.

Es común que expresar las emociones y sentimientos durante la fase de duelo de la pareja sea difícil puesto que el maremágnum emocional sentido dificulta el descifrar y reconocer cuál es el estadío emocional en el que nos encontramos. Sin embargo, es importante reconocer las necesidades personales.

Es muy difícil cumplir con las exigencias del día a día al mismo nivel que cuando estamos bien y estables emocionalmente pero es importante cumplir con aquello que localizamos en la lista de nuestras tareas relevantes. Atender a estos mínimos nos permite mantener la actitud positiva en marcha y una buena predisposición actitudinal es un gran predisponente hacia un duelo sano.

Existen diferentes formas de honrar el recuerdo de nuestra pareja. Para ello, quizás podemos definir cual es nuestra manera personal de sentir la presencia de nuestro compañero o compañera más cerca. A través de rituales, realizando cada cierto tiempo una actividad que hacíamos con ellos, creando un álbum de recuerdos… Son muchas las formas de poder gestionar la tristeza y definir la manera de mantener la conexión con ellos desde nuestra continua andadura en la vida.

 

Crea una red de apoyo

Durante el duelo es muy importante definir nuestro sistema de apoyo: familia, amistades, entorno social o grupo con quien compartimos hobbies.

El entorno social es importante establecerlo de la forma en la que nos vamos sintiendo cómodos. Inicialmente suelen resultar difíciles las quedadas con grupos de parejas, si eso es así, es importante que nos demos el tiempo de asimilar este paso. No se trata de avanzar rápido para cubrir el sentimiento de falta, sino de que el avance sea vaya consolidando y para ello es muy importante que se vaya asimilando progresivamente.

Expresar las emociones y sentimientos dentro de nuestro sistema de apoyo también favorece el progreso hacia la normalización en nuestro duelo. Es frecuente que nuestro entorno social no sepa como actuar y tome decisiones de acción en base a lo que considere que él o ella misma necesitaría en nuestra situación, pero su posición y la nuestra puede ser distinta y con ello también sus necesidades y las nuestras propias. Por tanto, es recomendable que expresemos desde la honestidad y la confianza qué tipo de contacto necesitamos y cuales son las situaciones o momentos que facilitan nuestra comodidad. Así tanto nosotros como quienes nos brindan ese apoyo sentimos el beneficio del sistema.

 

Comencé con una frase de Neruda, y finalizo con una de Robert Frost que de una manera muy certera y palabras acertadas nos cuenta que “en dos palabras puedo resumir todo lo que he aprendido acerca de la vida: que sigue…”. Y Así es, la vida sigue y pese al dolor de la perdida necesitamos encontrar la manera de continuar en ella desde la serenidad y la oportunidad de seguir viviendo.