Actualmente, es bastante común encontrarse con adolescentes que carecen de motivación ante los estudios, pero también hacia el futuro laboral, los lazos sociales, la vida activa, las rutinas… Y es que esto, es un aspecto que preocupa a todos los educadores, puesto que se ha observado un incremento de esta problemática en los últimos años.

En muchas ocasiones, podemos creer que esta dejadez es algo característico de la adolescencia, pero esto es un mito que nos dificulta la comprensión de esta etapa. Los adolescentes, no son jóvenes desmotivados por sistema, pero necesitan sentirse escuchados y tenidos en cuenta para contribuir. La adolescencia, se caracteriza por ser un periodo de cuestionamiento de los valores y de los lazos de la infancia. Por tanto, necesitan entender el porqué de lo que hacen, las razones que los adultos de referencia les daban ya no son tan válidas y buscan respuestas en otros referentes.

¿Cuáles pueden ser las causas principales de la falta de motivación?

Son muchos los factores que pueden influir en la falta de motivación de los jóvenes, y dependerá del contexto específico de cada persona. Sin embargo, existen aspectos generales que contribuyen a que los jóvenes experimenten esta problemática.

Uno de los factores principales, puede ser la falta de un entorno que los escuche y comprenda. Como hemos dicho antes, la adolescencia es un periodo de transición a la vida adulta, y, por tanto, los adolescentes empiezan a tener criterio propio. Esto implica que ya no seguirán las ordenes del adulto como cuando eran pequeños, si no que necesitarán explicaciones más elaboradas y con sentido. Por ello, cuando no se sienten escuchados o tenidos en cuenta tenderán a desmotivarse, puesto que no encuentran una razón para hacer lo que se les pide o espera de ellos.

Por otro lado, es bastante común encontrar que los jóvenes desmotivados carecen de un proyecto a medio plazo. Normalmente han escuchado muchos sermones sobre la importancia de los estudios o de llevar una vida activa, pero, pocas se les ha preguntado qué les gustaría a ellos conseguir cuando sean mayores. Esto genera falta de proactividad, ya que no son sus objetivos los que están siguiendo.

Otra de las causas, es la la falta de autoestima que muchas veces caracteriza a esta etapa. La adolescencia, suele ser un momento en el que las inseguridades afloran, las comparaciones con los amigos y amigas suelen ser más comunes y las diferencias entre unos y otros son más pronunciadas. Debido a esto, los chicos y chicas que no confíen lo suficientemente en ellos, evitarán probar cosas nuevas, perseguir sus inquietudes y tendrán un discurso interno negativo que les obstaculizará llevar sus ideas a la acción.

¿Qué se puede hacer ante la falta de motivación de los jóvenes?

  1. Escucha activa

La escucha es indispensable cuando queremos estimular la motivación. Y es que lo más importante es que la otra parte se sienta escuchada, comprendida y conectada. Desde la Disciplina Positiva se habla de conexión antes de corrección y es que esto, es una premisa indispensable. Antes de listar todas las cosas que debería hacer, es importante conectar y escuchar lo que el o la adolescente tiene que decir al respecto.

Escuchar las respuestas con respeto es algo que depende de los adultos y será necesario para poder generar un vinculo y una base segura sobre la que el adolescente pueda expresarse con libertad.

  1. Búsqueda del sentido

Otro de los aspectos clave que contribuyen a una motivación alta, tanto en adultos como en jóvenes, es darle sentido a las acciones que llevamos a cabo. Cuando, por ejemplo, tratamos de que estudien y sean responsables con sus estudios es indispensable hacerles reflexionar sobre el sentido de los estudios. Algunas de las preguntas que pueden ayudarles a reflexionar son:

  • ¿Cómo te imaginas dentro de 5 años?
  • ¿Cómo te gustaría ser y de qué te gustaría trabajar?
  • ¿Qué te imaginas haciendo cuando seas mayor?
  • ¿Qué te gustaría conservar de tu vida de ahora cuando seas mayor?
  1. Estimular el autoconocimiento

Muchas veces, la falta de conocimiento de si mismos hace que no encuentren nada que les guste. Por tanto, hacerles pensar sobre qué cualidades tienen y que cosas se les dan bien, les orientará hacia hacer actividades que les gusten y encajen con ellos. Por ejemplo: puede que un adolescente tenga especial sensibilidad por los animales y que algo que pueda hacer es ser voluntario en una granja. O puede que le guste ver documentales y que indirectamente estimule su curiosidad en asignaturas relacionadas con ello.

  1. Reflexionar sobre lo que les pedimos

En ocasiones, cuando los adolescentes sienten que no van a llegar a lo que se espera de ellos, se rinden. Es por esto, que reflexionar sobre nuestras expectativas como adultos es importante, ¿estamos pidiéndoles algo realista o es algo que no van a poder alcanzar? ¿lo que esperamos de ellos les tiene en cuenta o solo responde a nuestra idea de como tienen que ser las cosas?

  1. Brindar oportunidades para contribuir

La contribución es un pilar fundamental a la hora de activar el motor de la acción. Cuando uno se siente parte del grupo, tiende a contribuir y a aportar nuevas ideas. Por ello, es importante ofrecerles oportunidades para que puedan contribuir. En casa se pueden encontrar tareas que les involucren a ellos como: buscar donde se van a pasar las vacaciones, poder organizar un evento familiar, aportar ideas sobre los menús semanales…

  1. Renunciar a los sermones

En general, cuando los niños y niñas no hacen lo que los adultos esperamos, tendemos explicarles porqué lo que hacen no está bien, recurriendo en la mayoría de las ocasiones al sermón. Esta herramienta educativa, favorece la sordera selectiva, y cuando es algo recurrente, genera mucho desinterés en la otra parte. Por ello, una de las recomendaciones si queremos motivar, es renunciar al sermón y poner en marcha otras formas de comunicación más útiles, como por ejemplo el llegar a acuerdos.

  1. Buscar ayuda si es necesario

Cuando la falta de motivación es excesiva y se observan otras conductas de riesgo como la baja autoestima, el aislamiento social, la irritabilidad excesiva o la tristeza, es necesario pedir ayuda y contar con una orientación profesional puesto ya que la falta de motivación puede ser un indicador de un problema más complicado de solucionar.