La semana pasada llamaba al centro una madre angustiada porque su hijo de 3 años pega en el cole diariamente. Cuando un niño pega, aunque sea pequeño, las familias lo viven con mucho malestar y culpa. Muchas veces piensan que algo malo le tiene que estar pasando a su hijo para que se comporte así. Otras veces sencillamente piensan que ellas no son capaces de educar correctamente. A esta carga emocional se le añade la presión social, las miradas ajenas y los comentarios del entorno cercano.

Hoy quiero escribir sobre los niños y niñas que pegan en la etapa de Infantil, y sobre qué cinco cosas pueden hacer las familias para encauzar la situación con amor.

1. El lenguaje de las tortas y las patadas.

Cualquier acción comunica. Cuando tu hijo o hija pega, está comunicando. Evidentemente no lo hace de forma adecuada, ni debemos permitir que se exprese de esa forma. Sin embargo, conviene observar y responder a esta cuestión: “Con este comportamiento, ¿qué quiere mi hijo o hija decir o expresar?” Los mensajes pueden ser muy variados: “no te quiero dejar este juguete”, “te has colado en la fila”, “quiero ser tu amigo”, “déjame mi espacio”, etc. Es importante entender, por ejemplo, qué significado tiene un empujón. A veces será una forma de defenderse, otras veces una manera de poner límites y puede darse el caso de que sea la forma que ha encontrado el peque para hacer amistades.

2. La ausencia de habilidad.

En relación con el anterior apartado, cuando una persona (y aquí da igual la edad) se expresa de forma violenta o recurre a la agresión, eso denota una falta de habilidad. Es decir, pegamos porque no sabemos gestionarlo de otra manera. Las niñas y niños de infantil tienen que aprender muchas habilidades, como por ejemplo: a pedir las cosas con respeto, a poner límites sin violencia, a solicitar ayuda, a relacionarse, a ponerse en el lugar de la otra persona, etc. De este modo, cuando pega: ¿qué habilidad tratas de enseñarle con tu manera de intervenir?

3. ¿Cuál es tu estilo?

Por ese miedo que tenemos las personas al “¿qué dirán?”, tratamos de hacer todo lo posible para que no pegue. Y ese “todo lo posible” incluye las herramientas de antaño, que son las que probablemente utilizaron en nuestra infancia con nosotras y nosotros. Es habitual encontrarse con 2 estilos muy diferenciados (aunque, obviamente, habrá de todo):

– El estilo: “Déjale, son cosas de niños”.
– El estilo: “Como pegues, te pego”.

Y existe una mezcla de ambos, que consiste en utilizar “como pegues, te pego” con tus hijos y “déjale, que son cosas de niños” cuando ves que los que pegan son los hijos ajenos.

En este sentido, se trata de intervenir. Hay que intervenir para observar, acompañar y reconducir. Y lo ideal, lo que más enseña habilidades, es hacerlo de forma respetuosa. Si ves a tu hija pegar, acércate, trata de entender, y ofrece alternativas. Por ejemplo: “Te has enfadado mucho, no te ha gustado que te quite tu juguete. Se lo puedes pedir con palabras”. Otro ejemplo: “Estás super contenta, hoy es tu cumpleaños. En lugar de empujar, puedes saltar de la emoción”. Ten en cuenta una cosa: en cualquier intervención es importante decirle lo que SÍ puede hacer. “No pegues, no muerdas, no grites… y en su lugar, ¿qué?”

4. La presión social.

Es habitual encontrarse con mensajes del exterior tipo “tu hija pega”, “¡vaya carácter que tiene el niño!”, “tiene la mano muy larga” o “a este le vais a tener que atar en corto”… Como si una situación así no fuese suficientemente estresante por sí misma… No se nos puede olvidar que las familias que pasan por esto, están sufriendo. Sufren porque sus hijos e hijas, desde bien pequeñitos, son etiquetados. Se les llama “movidos”, “impulsivas”, “pegones”, etc. Sufren porque se sienten culpables o poco capaces. Lo que necesitan esas familias es un poco de empatía y palabras alentadoras. Necesitan un “imagino el agobio que tiene que ser, lo estás haciendo lo mejor que puedes”, “si necesitas algo te puedo echar una mano”, etc.
Hace poco vi un video en el que una chica criticaba a las familias de niños y niñas con TEA (Trastorno del Espectro Autista), alegando que tenían que controlar a sus hijos. Tirando de refanero diré que es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno, pero cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar.

5. Cuestión de tiempo… aunque no siempre

“Tranquila, mujer, que esto es solo una etapa”. Sí, en la gran mayoría de los casos, así es. Una etapa con distintas duraciones dependiendo de cada caso, y en la que es importante enseñar y estar presentes. Sin embargo, hay ocasiones en las que este comportamiento es un indicador de otro tipo de problemáticas que requieren intervención más profesional. A veces nos alertan de problemas del neurodesarrollo, emocionales y/o comportamentales. Otras veces nos informan de problemas familiares o del entorno más cercano. Cuando esto pasa, el indicador de pegar suele ir acompañado de otras características. En ese caso, conviene consultarlo con el colegio, en primera instancia, y si fuese necesario, con el servicio de atención temprana.

“La paternidad y maternidad es el trabajo más duro en la tierra. Eres la persona responsable del desarrollo físico, emocional y mental de otro ser humano”.