La identidad es el proceso por el cual cada persona crea una visión sobre si misma. En el desarrollo de la identidad, la adolescencia es una etapa muy importante. Sin embargo, lo cierto es que la identidad evoluciona y se modifica a lo largo de toda la vida por las distintas situaciones y experiencias que vivimos.

Cuando hablamos de la identidad de género, ésta se asigna en primer lugar en base al sexo con el que se nace. Es decir, cuando nace una persona le atribuimos su género en base a las características de sus genitales. Generalmente hablamos de que se trata de un niño cuando tiene pene o de una niña cuando tiene vulva. Estos son los casos en los que el género coincide con el sexo biológico.

Posteriormente, la cultura y la sociedad van definiendo el género. De este modo, en cada cultura se determinan qué características y rasgos se asocian con el género masculino y cuáles con el femenino, y a medida que vamos creciendo, nos vamos identificando con esas características. En este sentido, es importante destacar que todos los seres humanos nos movemos en un constructo binario con comportamientos característicos de ambos géneros, independientemente del sexo que nos defina. Además, independientemente del sexo sentido, todas las personas incluimos en nuestras características personales rasgos atribuidos culturalmente al otro sexo. Así, por ejemplo, el vello en el cuerpo suele atribuirse a los hombres, sin embargo, hay mujeres que también tienen ese rasgo y esa característica nunca las haría ser menos mujeres.

Por otro lado, cuando un bebe nace, en base a sus genitales se toman decisiones que vienen atribuidas al género. Por ejemplo, los colores con los que se viste o el tipo de juegos que se le enseñan. Realmente ni los colores ni los juegos deben ser sexuados, pero esas atribuciones realizadas sobre ellos condicionan las características de lo denominado típicamente “femenino” o “masculino”.

Por todo ello, las personas estamos condicionadas, por una parte, por el sexo con el que nacemos y, por otra, por las diferentes conductas, maneras de hábito y roles que asociamos culturalmente a nuestro genero atribuido.

Sin embargo, no siempre es así. Hoy en día sabemos que hay niños que nacen con vulva y también niñas que nacen con pene. Ellos son los niños y niñas transexuales y conocemos su identidad sexual conforme van creciendo y van verbalizando sentirse “chico” o “chica”. A pesar de que al nacer atribuimos un sexo a la persona, en realidad ese proceso de sexuación se define a lo largo de la vida en base a lo que la persona siente y expresa. Esto quiere decir que los órganos genitales no definen el sexo, sino que son la primera característica visual en el cuerpo del ser humano según la cual establecemos la diferenciación de género en hombres y mujeres.

Al hablar de transexualidad nos referimos a esas chicas y chicos a quienes, al nacer, tras la observación de sus genitales, se les supuso un sexo equivocado. Es muy importante indicar que ni su cuerpo ni tampoco su mente están equivocados. El cuerpo es el “vehículo” que contiene la identidad que esa mente siente vivenciar y, por tanto, no tiene por qué ser calificado como un error. Sin embargo, conforme se desarrolla el lenguaje y los niños y niñas van verbalizando, van adquiriendo la posibilidad de expresar qué es lo que sienten y cómo es como se sienten y definen. A los 2 años aproximadamente se conforma la conciencia de diferenciación física entre hombres (pene) y mujeres (vulva). Alrededor de los 3 años suelen identificar si se sienten niños o niñas y entre los 5 y los 7 años se adquiere una conciencia estable de identidad de género.

Solo cada persona sabe lo que realmente es y la manera de conocer si alguien es chica o chico parte del simple y sencillo hecho de preguntárselo.

Llegados a este punto, me gustaría plantear una pequeña reflexión. Tal vez podamos imaginar que vamos caminando por la calle y que una persona se para a hablarnos y se dirige a nosotros en un genero diferente al de nuestro sexo sentido. Después te cruzas con otra persona y después con una tercera. Con todas ellas ocurre exactamente lo mismo. Imagina por un momento, ¿Qué sentirías? ¿Te generaría confusión? ¿Irritación? La identidad sexual es el proceso de ir haciéndote como el hombre o mujer que sabes que eres y tiene lugar durante toda la vida. Por tanto, si tú te conoces como hombre, eres hombre. Si tú te conoces como mujer, eres mujer.