La respuesta a la pregunta que planteo es aparentemente sencilla: nos cuesta conectar con los adolescentes precisamente porque no somos adolescentes. No hablamos su mismo idioma y nuestro cerebro no está sufriendo los mismos cambios que se dan en el suyo. Por lo tanto, no logramos conectar con un adolescente porque como adultos nos resulta muy difícil entenderle. Por ello, es necesario cambiar la mirada. En vez de juzgar sus actos desde el mundo del adulto, desde nuestra realidad, salgamos de ella para entender los actos del adolescente. Salgamos de nuestra zona de confort y pongámonos en sus zapatos.

Empezando por saber más sobre este momento de la vida. Todas las personas que estamos día a día con adolescentes (ya sea en calidad de padres, madres o profesionales), tenemos la obligación moral de actualizarnos y formarnos de alguna manera, mediante libros o charlas. En ellos aprenderemos, entre otras cosas, lo que la neurociencia tiene que decir sobre lo que pasa en el cerebro adolescente. Desde fuera vemos que un adolescente es impulsivo, enérgico, irascible… Pero esto no es más que la punta del iceberg, una consecuencia de los cambios físicos que está experimentando. Uno de los cambios más importantes, es que aumenta el volumen y la actividad de la amígdala (encargada de procesar emociones como el miedo, la ira o la tristeza). Por ello, por ejemplo, observamos una hipersensibilidad muy alta en la adolescencia.

Cuando trabajo con familias y profesorado puedo ver que otra de las grandes incógnitas es saber por qué a los adolescentes les cuesta tanto organizar y hacer sus tareas académicas. Si nos metemos en su cerebro, podemos ver que esto es debido a que la región encargada de la planificación, atención, memoria y comprensión (necesarias en el estudio) no está del todo desarrollada y por tanto, no se activa lo suficiente. Me refiero al lóbulo frontal, en él se encuentran las funciones ejecutivas, encargadas de organizar y dirigir las acciones que debemos tomar. De modo que cuando observemos a un adolescente desganado o «vago», conviene recordar que ésta es la causa.

 

¿Qué podemos hacer para conectar con los y las adolescentes?

1.Quédate con los aciertos

¿Cuánto tiempo crees que pasamos al día corrigiendo a un adolescente? ¿Quejándonos del poco caso que hace? ¿Exasperándonos al ver que hace lo que le da la gana?¿Alguna vez te has preguntado qué siente el adolescente? Dedicamos gran parte del tiempo que estamos con ellos como policías, cuando nos necesitan de otra manera. Fijémonos en las excepciones y resaltemos sus habilidades.

2.Escucha más y habla menos

Las palabras que tendemos a utilizar los adultos no encajan en el idioma adolescente. Menos aun si las enmarcamos en el formato de un sermón. Los adolescentes están acostumbrados a interactuar a través de las redes sociales, donde los mensajes son más sencillos. Aprendamos de ellos, usemos su mismo lenguaje. ¿Conoces la herramienta “No más de 10 palabras”? Sintetiza tu mensaje para asegurarte de que lo reciba.

3.Busca momentos especiales

Cuando son pequeños nos aseguramos de pasar momentos especiales con ellos. A medida que van creciendo nos quejamos, porque vemos que ya no quieren estar con nosotros. Hagamos una mirada autocrítica. ¿Cómo nos estamos relacionando con los chicos y chicas para que no quieran estar con nosotros?

Cuando llega la adolescencia aumentan los desafíos en la crianza. Uno de ellos es precisamente este. Por ello debemos hacer un esfuerzo mayor, para asegurarnos de dedicarles tiempo de calidad. Aunque sean mayores, aunque tengan su red de amigos, necesitamos seguir pasando tiempo en familia.

Podemos empezar por el momento de la cena. Hagamos un esfuerzo como familia, dejemos los problemas fuera, para que sea un espacio en el que no se hable de exámenes ni deberes (para evitar volver a desconectarnos). Dejemos los móviles en las habitaciones, apaguemos la tele y encendamos la comunicación familiar. Es esencial que contemos con un interés genuino por saber cómo se sienten y qué sueños tienen.

 

*Libro recomendado sobre adolescencia: Cómo abrazar a un erizo. 12 claves para conectar de forma positiva con los adolescentes (Brad Wilcox y Jerrick Robbins).