Es muy común escuchar a los niños pequeños cometer errores en la pronunciación de los sonidos o de las palabras. A veces incluso, nos hace tanta gracia que cuanto más nos reímos, más la pronuncian, ¿Verdad?

Esto suele darse hasta los 5 años aproximadamente. A partir de esa edad, ya suelen pronunciar totalmente bien y sin ninguna dificultad todos los fonemas, si bien es cierto que, en ocasiones la “R” puede costar un poco más.

A partir de esa edad, la dificultad grave para pronunciar ciertos fonemas o palabras es un síntoma clave de la dislalia.

Las causas de la dislalia pueden ser varias:

  • Factores funcionales
  • Problemas auditivos
  • Problemas orgánicos
  • Imitación

No hay un factor claro y único que determine la causa de la dislalia, muchas veces varios factores pueden solaparse y darse a la vez, aunque la causa principal es la falta de percepción y reconocimiento del sonido; en este contexto, la confusión y el reemplazo de fonemas aparecen en consecuencia en el habla expresiva.

Si prestamos atención a la dificultad sonora que presenta el niño o niña teniendo en cuenta cuantos fonemas le cuesta pronunciar, podemos hacer la siguiente clasificación:

  • Simple: dificultad o incapacidad de pronunciar un fonema.
  • Múltiple: dificultad o incapacidad de pronunciar dos o más fonemas.
  • Generalizada: dificultad o incapacidad de pronunciar todos los fonemas.
  • Afín: dificultad o incapacidad de pronunciar todos los fonemas que requieran el mismo punto de articulación (por ejemplo “br” y “pr”)

Por ello es muy importante una valoración profesional que determine el tratamiento adecuado e individualizado para cada niño o niña. En este caso un logopeda o un psicólogo especializado en dificultades en el habla que determinarán la realización de ejercicios para mejorar la musculatura empleada para la pronunciación y perfeccionar la articulación, así como ejercicios de respiración y expresión. Cuando de forma más extraordinaria el origen sea una malformación, se podrá requerir una intervención quirúrgica para corregirla.

Pero ¿Qué podemos hacer desde casa?

Aquí os dejamos algunos juegos para trabajar la dislalia en casa y favorecer así una pronta mejora:

  1. Utilizar onomatopeyas: El juego con onomatopeyas promueve el reconocimiento de los sonidos. Podemos solamente trabajar la pronunciación del sonido o podemos también escribirlo.
  2. Copiar la postura de la boca: Jugar a copiar las posturas de la boca ayuda de una forma divertida a que la musculatura de la boca trabaje. Las posturas deben ser un poco forzadas; como; abrir al máximo la boca, sacar al máximo la lengua, girarla a un lado y a otro…
  3. Trabalenguas: Los trabalenguas son muy divertidos y potencian la correcta pronunciación de las palabras.
  4. Repetir palabras: Se escoge una palabra y el otro la tiene que repetir. Se pueden utilizar puntos para que el juego sea más divertido.
  5. Veo-veo: Este tradicional juego familiar es muy útil para trabajar el reconocimiento de sonidos y fonemas. Lo podemos adaptar y poner como regla visualizar objetos que empiecen únicamente por ciertas letras (las que nos interesen trabajar).