El trastorno bipolar es un trastorno mental grave con repercusión tanto en la salud del paciente como de su entorno familiar-social. Es importante una detección precoz del mismo puesto que la evolución del trastorno es mejor conforme antes se produzca su diagnóstico. Este tipo de trastorno requiere de un tratamiento combinado de terapia psicológica y psiquiátrica puesto que alcanzar la estabilidad emocional del paciente es complicado si no se trabaja desde los dos ámbitos profesionales. La estabilidad emocional es fundamental para facilitar la normalización de la vida cotidiana del paciente. Además, son numerosos los centros o asociaciones especializadas en grupos de apoyo tanto para pacientes como para sus familias. Esta herramienta facilita el proceso de autocuidado y permite compartir y conocer las vivencias asociadas a este trastorno desde otras familias iguales que se encuentran en una situación similar.

¿Qué es el trastorno bipolar?

El trastorno bipolar es una enfermedad mental a la que anteriormente se denominaba depresión maniaca. Esta patología mental se caracteriza por los cambios extremos en el estado de ánimo, pasando de picos emocionales a los que se denomina fase maníaca o hipomaníaca a bajadas emocionales que son denominadas fase depresiva. El trastorno bipolar es una afección que transcurre de por vida.

La maníaco se define como la fase de euforia. En esta fase la sensación sentida es de un alto grado de energía así como impulsividad, problemas de autocontrol, irritabilidad y expresión intensa de emociones.

Es habitual que en esta fase se tomen decisiones importantes sin valorar las consecuencias de las mismas, puesto que las ideas y pensamientos sentidos son vividos por el paciente bipolar como generalidades y experiencias sin otra alternativa o camino posible de ejecución.

La fase de la tristeza o fase depresiva se caracteriza por un tremendo sentimiento de desesperanza, apatía y abulia así como una pérdida de interés o de placer sentido para llevar a cabo actividades que en otros momentos resultaron gustosas o fuentes de ilusión.

Estos episodios contrastados de ánimo no suelen tener una rutina de ocurrencia. Hay casos en los que se alternan en periodos más largos del año y en otros casos son tránsitos que ocurren de una forma más seguida. Generalmente hay síntomas que indica la llegada del cambio emocional pero en otros casos el cambio se produce de forma repentina y sin indicios. Identificar las fases de cambio permite que no se hagan graves los síntomas asociados a las fases maníaco-depresivas.

Tipos de trastorno bipolar

1. Trastorno bipolar tipo I

Está marcado por la presencia de al menos un episodio maníaco. En esta fase es habitual la desconexión de realidad, lo que se define como episodio psicótico. Tras esta fase aparece una fase hipomaniacas o si no de tipo depresiva.

2. Trastorno bipolar tipo II

En este caso, el distintivo es la fase depresiva es mayor. Suele ser alterna a un episodio de hipo maníaco pero el trastorno bipolar tipo dos no consta de fase maníaca ni tampoco de episodio de pérdida de realidad.

3. Trastorno bipolar ciclotímico

Periodos alternos de síntomas asociados a la hipomanía y a la depresión. Esto se alargará en el tiempo alrededor de al menos dos años en pacientes adultos. Los síntomas no son tan graves e intensos como en las fases de maníaco o de depresión mayor.

¿ Cómo acompañar a un paciente con Trastorno Bipolar?

1. Tener muy en cuenta la importancia del autocuidado. El cuidador siempre puede padecer las consecuencias del desgaste asociado al acompañamiento del familiar enfermo. Es muy importante emplear los diferentes recursos asociados a esta patología como pueden ser los diferentes grupos de apoyo para familiares en los cuales se ponen en común los diferentes vivencias de otras familias que en muchas ocasiones nos sirven de mapa para conocer el camino a recorrer por la propia enfermedad mental.

2. Identificación de metas y gestión de sus ideas. Es importante trabajar el empoderamiento de estos pacientes. Por tanto no se trata de anular sus propios ideales de genialidad o sus propias vivencias. Es importante desarrollar una actitud de escucha y ayudarle a definir el camino para que estas ideas puedan ser ejecutadas de una forma correcta sin verse contrariado o sin parecer repercusiones negativas.

3. Generar rutinas para gestionar el tiempo. Las actividades rutinarias facilitan la sensación de control y de orden y permiten focalizar no tanto en el estado de ánimo sentido sino de la rutina diaria de organización.

4. Acompañamiento en el control de las medicaciones y de las terapias. Es el paciente quien tiene que sentir el control y la capacidad de organizarse pero es importante que perciba la colaboración en forma de cooperación por parte de sus familiares o amigos.

5. Identificación de los indicadores de cambio emocional. Si se reconocen las fases que indican el cambio de polaridad se puede evitar la progresión hasta un grado completo de episodio y de esta manera se reducen los síntomas más graves.

6. Reducir al máximo las situaciones de conflicto y tensión. Los momentos de tensión pueden ser detonantes de cambios a fases maníacas o depresivas por tanto es importante evitar que esto ocurra para facilitar una estabilidad emocional mayor en el paciente.

 

La actriz Carrie Fisher planteó una cuestión que podría hacernos reflexionar sobre el trastorno bipolar. Ella dijo: «El desorden bipolar puede ser un gran maestro. Es un reto pero puede hacerte ser capaz de hacer casi cualquier cosa en tu vida». Así es, la convivencia personal o en el entorno directo de una persona con el Trastorno Bipolar es un gran reto y como en cada reto, son muchos los aprendizajes que podemos desarrollar en la convivencia con esta patología mental. Una buena actitud para convivir con esta situación nos puede hacer más fácil el camino de aprender de las oportunidades que el conocimiento de este trastorno nos vaya ofreciendo.