Nos levantamos con sueño y con prisa.

Nos desquiciamos a menudo desde primera hora de la mañana, con un humor vulnerable.

No es raro el día en que gritemos, nos quejemos, refunfuñemos, sintamos estrés, vayamos (o tratemos de ir) contracorriente.

Vivimos bajo presión. La nuestra y la de otros.

La presión de terminar, de llegar pronto, de cumplir con las obligaciones, de caer bien, de ser guapos y estar en forma. La presión y la expectativa de no decepcionar. De ser lo que se espera que seamos…

¡STOP!

El otro día, leímos un artículo acerca de las personas enfermas con cáncer. En él se comentaba que el cáncer te daba tiempo para revisar tu vida y entender lo que no funcionaba en ella. Te ayudaba a parar la marcha y valorar si la vida que vives es la vida que quieres vivir. La enfermedad te ayuda a hacer balance, a priorizar, a buscar ser feliz. A fijarse y valorar los pequeños detalles.

¡Qué gran paradoja es la vida!

¿Puede ser que necesitemos estar físicamente enfermos para mejorar nuestra Salud Mental?

¿Sólo las malas noticias nos frenan en la vorágine?

Con el objetivo de promover acciones cotidianas que nos ofrezcan mayor Salud Mental, hemos resumido estas cinco ideas:

  1. Dedica cada día un momento (pueden ser 5 minutos) a pensar en tu vida. Así de simple. Piensa si eres feliz y si te gusta lo que haces. Observa si hay cosas que podrías hacer que te harían sentir mejor. Pequeños cambios que marcarían la diferencia. Ofrécete la posibilidad de desayunar en calma, o quizá de observar el paisaje por la ventana. Piensa en aquellas cosas que te encantan y que jamás cambiarías por nada. Hazte consciente de las cosas que aportan valor a tu vida.
  2. La queja se centra en el pasado, la búsqueda de soluciones en el futuro. Podrá haber aspectos que no te gusten, que te hagan sentirte mal, que te quiten el sueño y el hambre. Hablar de ellos y quejarse te puede aliviar en un primer momento, pero, ¿eso cambia las cosas? Intenta centrarte en buscar soluciones y en pensar alternativas para que mejore tu salud mental.
  3. Rodéate de gente amable. Haz balance de tus amistades: ¿contribuyen a que te sientas mejor? Busca apoyos en personas que sean positivas, que traten de dar lo mejor de sí mismas y que sumen. Si alguna persona no encaja en ese perfil, valora las razones y anímale a buscar soluciones.
  4. Prioriza. El tiempo es limitado, pero da mucho de sí si aprendes a organizarte. Aún así tendrás que tomar decisiones. Dedica tiempo a tomarlas, piénsalo desde la calma, no decidas algo porque siempre haya sido así. ¿Puede que ahora te apetezca hacer otra cosa?
  5. Permítete el derecho a tener buenos y malos momentos. Esto no se trata de ser perfectos. De hecho, la Salud Mental debería partir de la aceptación. Simplemente reconocer tus sentimientos, saber identificarlos, entenderlos y, en definitiva, poseer inteligencia emocional, te permitirá vivir de una manera más plena.

Igual te interesa la entrevista sobre Mindfulness realizada a Naiara San Miguel Fernández, psicóloga de Centro Psicología Bilbao, en donde se habla más en detalle de la Atención Plena.

¡Buena semana!