El miedo, que es una emoción básica vinculada a nuestro instinto más primitivo de supervivencia y nos acompaña desde el principio de los principios, hoy, más que nunca, se apodera de nosotros.

Hablamos del miedo a lo desconocido, del miedo a la incertidumbre del coronavirus, a esta situación desconcertante que nos resulta a todos absolutamente nueva, desde la primera noticia hasta el día de hoy.

A nuestro cerebro, y a cada uno de nosotros en definitiva, nos gusta tener el control de las situaciones, saber lo que podemos esperar cuando actuamos en nuestro día a día, con nuestras familias, amigos, trabajos, parejas, etc. Y cuando se nos presenta algo nuevo, en nuestro cerebro suenan todas las alarmas que nos preparan para reaccionar/actuar, dependiendo de cómo sea cada uno y de la situación. Pues ahora, estamos ante la situación más nueva, atípica y complicada que nunca hayamos pensado. Ni en nuestros mejores impulsos creativos nos habríamos imaginado encerrados en nuestras casas, sabiendo de hospitales llenos, viendo las calles vacías y silenciosas desde nuestras ventanas, resistiendo un caos económico indescriptible y, lo que es peor, siendo desconocedores absolutos de la situación que se dibujará mañana en nuestras vidas.

Y nosotros aquí, ante este panorama insólito, similar a adentrarnos en la mismísima oscuridad, la que no sabemos a dónde nos lleva, la que nos hace temer poner nuestros pies en algún sitio en falso o a caer en el más aterrador de los abismos. Seguro que estos días muchos se han despertado como yo esta mañana, con este pensamiento de caída libre al vacío, que me ha mantenido un buen rato intentando buscar explicaciones para poder entender lo ininteligible.

…Y a pesar de todo, somos tan resilientes y capaces de adaptarnos a las situaciones, que podremos con ello y seremos capaces de organizar eficazmente nuestro día a día desconocido, dándole sentido y haciendo controlable lo incontrolable. Necesitamos hacer de este abismo, más un camino, no libre de incertidumbre, pero sí transitable.

Como el tiempo que nos va a tocar vivir en esta situación también es incierto, sugiero la importancia de marcarnos un horario; eso sí, que tenga cierta flexibilidad, que esto es un buen extra que nos podemos permitir, efecto secundario de nuestra estancia en casa.

En algunas profesiones el teletrabajo es posible, ¡adelante con ello!

Los afortunados que hemos podido, hemos reorganizado nuestro trabajo desarrollando a gran velocidad nuestra capacidad para aprender a manejar plataformas, aplicaciones y sistemas que nos permiten desempeñarlo desde casa. Hay gente que no puede hacerlo, pero seguro que puede dedicar un tiempo, del que antes no disponía, para pensar en mejoras, otras opciones de negocio a la vuelta, o cómo recuperarse de ésta, que sin duda alguna es sí es EL GRAN EFECTO SECUNDARIO de esta crisis.

Ocio en casa

¿Cuándo fue la última vez que dedicaste un tiempo a pensar en el ocio en casa? Igual no has pensado nunca en el ocio entre paredes… No es que no se pueda hacer nada, simplemente en nuestro día a día tenemos tan poco tiempo, que no pensamos en ello. ¿Cuántas series has dejado de ver porque al día siguiente había que salir muy pronto a la mañana? Ahora el madrugón pasa a segundo plano y podemos disfrutar más del momento. Leer, a los que leemos al final del la jornada laboral habitual, se nos suele caer el libro en la cara cuando llevamos un par de páginas. Ahora podemos disfrutar de este momento que nos brinda la vida para devorar esos libros que tenemos ahí siempre a punto de empezar.

Tiempo en familia

Es una queja generalizada, no podemos estar con la familia todo lo que nos gustaría y siempre estamos deseando disponer de más tiempo para dedicar a nuestros hijos y pareja. Después del desayuno, es un buen momento para, entre todos, ver qué haremos en el día que tenemos por delante, diseñar y pensar entre todos actividades compartidas. Saber que tenemos un tiempo con la familia y también un tiempo para nosotros mismos, seguro nos aportará mucha tranquilidad. Si te acuerdas, puedes pensar también un poco en los vecinos… El integrarse en los juegos de los niños a veces genera muchas molestias en el vecindario, ¡y ahora estamos todos en casa!

Ejercicio físico

No hay por qué decidir que nos hemos quedado sin deporte, evidentemente no será igual que el que venimos practicando, y quizá deberíamos llamarlo más ejercicio que deporte, pero es interesante seguir haciendo y se puede. Busca el momento e intégralo en el esquema de tu día a día.

Relación con amigos y ¡escucha activa!

¿Quién ha dicho que no se puede uno relacionar con los amigos aunque no salgamos de casa? Supongo que compartiréis conmigo la idea de que las redes, los teléfonos y las aplicaciones en las que compartimos pantalla, nos hacen el día a día más fácil. Si te lo propones, hasta te tomas algo manteniendo una buena charla con ellos. Me encanta la idea de que solo puede hablar uno y no se le puede cortar la conversación porque deja de escucharse bien. ¡Ya era hora de que practicásemos la escucha activa! Eso, ¡dejar terminar a la gente lo que quiere decir! Pensadlo, es un gran entrenamiento para cuando vayamos a la calle. A ver si luego seguimos en los bares escuchándonos unos a otros.

Orden general

Y por supuesto, no te vas a librar de ordenar un poco y limpiar de una vez lo que siempre dejas para mañana. Ahora no hay excusas, lo puedes hacer.

El cuidado del aspecto físico

¡Ah! Y No te olvides de prepararte un poco, eso de estar en pijama de la mañana a la noche no se puede mantener en el tiempo, y da cierta alegría verse con un mínimo de presencia para empezar bien el día.

Sería bastante interminable este escrito si sigo pensando en todo lo que podemos hacer durante estos días. Y creo que cada uno de nosotros sería capaz de aportar un sinfín de cosas diferentes, pero lo importante es que organicemos los días, que demos estructura a este futuro incierto para sentirlo menos desconocido y más controlado. Hay demasiada incertidumbre en esta crisis del coronavirus como para que perdamos nuestra capacidad de maniobra en lo que depende de nosotros mismo. ¡Mucho ánimo!