Dos polos que entrañan mucho peligro: el dar demasiada importancia a conflictos que no la tienen o el no dar ninguna a conflictos que verdaderamente la requieren.  Lo cierto es que hay que mirar muy bien, ser muy valientes y realistas para saber en que punto entre la rivalidad y la violencia nos encontramos cuando salta alguna alarma sobre la relación entre hermanos.

En este artículo voy a hacer una reflexión sobre una realidad que existe y que ha sido silenciada durante muchos años por diferentes motivos: la violencia entre hermanos.

Durante estos últimos años se ha hablado mucho de violencia intrafamiliar, abuso, violencia filo parental y también de padres a hijos, pero se ha hablado muy poco de la violencia entre los hermanos y hay muy poca conciencia sobre este tipo de violencia.  Señalar como dato significativo, que el maltrato físico y sexual de los hijos e hijas por parte de sus padres, fue hasta hace poco el tema de casi 8000 artículos en la literatura profesional de los últimos 90 años, mientras que el abuso físico y sexual de los niños y niñas y por parte de sus hermanos, solo lo fue de 37.

Esta ceguera es reveladora, por un lado, de la vergüenza que puede generar a una familia el verse expuesto a la opinión de los demás por un problema que consideran tiene que quedar en casa, y por otro, del miedo a las consecuencias sociales, personales y penales que puedan repercutir en su hijo o hija violenta. Además, muchas veces desde la propia familia se piensa que estos “problemas familiares” se pueden solucionar en casa. Por este motivo, las denuncias y demandas de ayuda por parte de estas familias, se han silenciado resultando casi inexistentes. Pero la violencia entre hermanos es mucho más común de lo que parece e igual de grave que otro tipo de abusos. “El maltrato por parte de los hermanos es más habitual, dura más y no es menos traumático que el perpetrado por los padres” (Borney-Mc Coy y Finkelhor, Laviola, O´Brien). Mark Kiselica, dice que es la forma de abuso más común de la sociedad occidental, más común que el abuso doméstico o el abuso infantil.

Aspectos Relevantes

Como padres pueden surgir dudas sobre, si lo que está pasando entre sus hijos, es algo “normal” en la relación entre hermanos o se debe intervenir, por lo que sugiero fijarse en algunos aspectos relevantes:

  • Si hay mucha diferencia de edad y el débil siempre es el mismo.
  • Si la violencia va en aumento.
  • Si existe humillación, por ejemplo, insultos que infravaloran, que intentan anular, ridiculizar delante de los amigos, etc.
  • Si la rivalidad deja de serlo porque solo va en una dirección, y ya se pueden hablar de acoso.
  • Si uno ordena y el otro obedece convirtiéndose en su esclavo.
  • Si uno hiere sistemáticamente la autoestima del otro generando miedos u otras situaciones sensibles para la víctima.
  • Si se observa que hay rabia “crónica” de un hermano hacia el otro.
  • Si se observan formas sutiles de provocar que se pueden convertir en una especie de tortura para el hermano o hermana provocado.
  • Si el que suele agredir tiene rasgos de personalidad del tipo: falta de empatía y compasión, falta de tolerancia a la frustración, irritabilidad, impulsividad o agresividad.
  • Si observamos que el hijo que agrede, también es violento en otros contextos, como en la escuela o con los amigos y amigas.

Cualquiera de estas conductas, se convierten en alarmantes cuando dejan de producirse de una manera aislada para pasar a ser reiteradas y a establecerse como formas o estilos de comportamiento.

Tipos de Violencia

Los tipos de violencia entre hermanos más comunes son:

  • Violencia Física: empujones, tortas, escupir, dar patadas, etc.
  • Violencia psicológica: burlas, ignorar sistemáticamente, infravalorar, ridiculizar, destruir propiedades, hacer daño a la mascota del otro, etc.
  • Abuso sexual: los padres deben estar muy atentos de nuevo de ese continuo entre lo que es un juego o puede ser un abuso en el que se percibe coacción o superioridad por edad o por amenazas.

Desencadenantes

Cito algunos factores que pueden contribuir a esta violencia, aunque ninguno de ellos tiene que tener siempre relación directa:

  • La violencia parental, supone un factor de riesgo importante de la aparición de la misma entre los hijos.
  • Abandono de los hijos por parte de los padres durante mucho tiempo de manera continuada (crecer con poca presencia parental).
  • Personalidad de los niños y niñas.
  • Discusiones, abusos, gritos y malos tratos entre la pareja.

 

Ocurre en ocasiones que los padres, puedan ser conscientes de lo que está ocurriendo entre sus hijos e hijas, pero no quieran o puedan hacer nada para evitar los enfrentamientos. Por otro lado, cuando hay una educación negligente, suele serlo hasta el final, o hasta que alguien externo da una voz de alarma.

Cuando la violencia entre los hijos es algo evidente, lo primero que sugiero es pensar en que el problema tiene que traspasar la frontera de la familia, hay que hablar, perder el miedo a contar, explicar a los amigos el problema, buscar ayuda profesional; en definitiva hacer “público” el problema, actuar para ayudar a la víctima y al agresor. El hijo o hija agredido tiene que sentir la presencia y protección de sus padres ante su propia indefensión.

Es fundamental que los padres pierdan la vergüenza a haber hecho algo mal, dejen la culpa a un lado para acumular la fuerza necesaria que les permita abordar el problema de la violencia en casa.  Solo consultando y pidiendo ayuda serán capaces de empoderarse y poner en marcha los recursos que necesitan para afrontar la dura realidad de su problema que  hasta entonces se ha mantenido en secreto.