Aunque parezca que se trata de un mito, la crisis de los 40 realmente existe y ha sido estudiada. Se relaciona con una crisis evolutiva, puesto que se trata de una situación que algunas personas vivencian relacionada con una etapa concreta de la vida, y que generalmente lleva implícito un cambio de roles, expectativas, reflexiones personales, etc.

Los principales síntomas que acompañan a la crisis de los 40 son los siguientes:

  • Inseguridad y/o aislamiento.
  • Sentimiento de no cumplimiento de las expectativas personales, familiares o sociales impuestas.
  • Retomar actividades que se hacían en la juventud con gran motivación.
  • En algunos casos, cuadro de ansiedad y depresión.

Evidentemente no es una crisis por la que todas las personas pasen, puesto que no todo el mundo se encuentra en la misma situación con 40 años, ni viven su realidad de la misma manera. No obstante, sí se suele tratar de un punto de inflexión en la vida, en el sentido en el que es un momento en el que nos replanteamos su las expectativas que teníamos (o tenían otras personas del entorno hacia nosotros/as) se han cumplido (por ejemplo, formar una familia, ser económicamente independiente, etc.). Además del balance de expectativas, a esto se le une la situación de estrés que se pueda vivir relacionada con la edad (por ejemplo en el ámbito laboral), la posible conflictividad en la vida de pareja o familia, también llamada “crisis de la pareja a los 40”, y un largo etcétera.

Pero si queremos seguir celebrando años y enfocando la vida con optimismo, no te puedes perder estas recomendaciones:

  • Que la valoración de expectativas sirva para algo. Es decir, si analizas tu vida y te das cuenta de que tus expectativas iniciales no se han cumplido, pregúntate: ¿sigo teniendo esas expectativas o han cambiado? Quizás ha cambiado lo que quieres para ti en la vida… Si sigues teniendo las mismas expectativas, ¿qué puedes hacer para acercarte a ellas? ¡Enfócate en buscar soluciones!
  • Pero ¡cuidado! Toma decisiones con calma y reflexión. No decidas hacer un cambio de vida radical de la noche a la mañana. A veces las soluciones son más sencillas de lo que pensamos y no suele ser recomendable cambiar de vida a nivel personal, familiar o profesional porque puede no tener vuelta atrás.
  • No seas injusto/a contigo mismo/a. Analiza con optimismo qué cosas sí has logrado en tu vida, sin centrarte únicamente en aquello que no pudo ser.
  • Retoma aquellas actividades que te aporten bienestar. Es decir, si siempre has querido tocar un instrumento o hacer un deporte concreto, ¿por qué no lo vas a poder hacer ahora? La esperanza de vida cada vez es mayor y estamos casi con seguridad en una de las mejores etapas de nuestra vida. ¡Aprovecha y disfruta!
  • No te obsesiones con las metas y propósitos…, pero planifica cómo llevarlos a cabo poco a poco.
  • ¡Tómate la vida con sentido del humor! y observa que en la vida hay cosas buenas y malas, pero todo mejora con un buen sentido del humor.

Así que este año, ¡a soplar las velas y celebrarlo con la gente que te quiere!