El miedo es una emoción básica y primaria. Es universal dado que se encuentra presente en todas las culturas y además es necesaria para la vida del ser humano. El miedo tiene un papel fundamental en relación al instinto de supervivencia, nos protege desde la prudencia y actúa como límite ante los distintos riesgos a los que nos enfrentamos en nuestra vida.

Sin embargo, pese a lo beneficiosa que resulta esta emoción, en muchas ocasiones se la define como emoción negativa debido a la sensación desagradable que sentimos cuando se manifiesta en nosotros y nos paraliza.

Hoy en día, sabemos que no es correcto hablar en términos de emociones positivas o negativas puesto que realmente todas las emociones, independientemente de su carácter (agradable o desagradable) nos son necesarias para vivir. El hecho de poder emocionarnos es una característica de gozar de salud mental.

 

¿Qué relación existe entre el miedo y la ansiedad?

La exposición al miedo provoca sensación de nerviosismo y angustia. Es una emoción que llega sin avisar y cuando procesamos cognitivamente la información que esta emoción deja en nosotros, se activan respuestas de estrés y angustia que prolongándose en el tiempo puede dar lugar a la aparición de ansiedad.

En un ataque de pánico o ansiedad, el temor percibido es enorme. Ante el miedo nuestro organismo manifiesta una respuesta neuro bioquímica en la cual libera adrenalina y dopamina. Al sentir miedo nuestro cerebro emocional identifica una amenaza y activa un sistema de alarma para actuar ante dicha amenaza de manera defensiva. La amígdala, situada en el sistema límbico detecta la señal de peligro y se activa de manera preventiva para protegernos.

 

¿Qué es la Agorafobia?

En ocasiones, vemos en la consulta personas que nos hablan de miedo al miedo. Esta vivencia desagradable parte del hecho de haber sentido un temor intenso que queda registrado en el cerebro como una amenaza tan desagradable que precisa la necesidad de evitarlo para no volverlo a revivir, como puede ser el caso de la Agorafobia.

La Agorafobia es una fobia reconocida dentro de los Trastornos de Ansiedad. Aparece como una vivencia de angustia y miedo a diferentes situaciones de las que se entiende que puede ser difícil escapar o pedir ayuda. La respuesta habitual a esta vivencia de temor suele ser la evitación. En muchas ocasiones, las personas que experimentan Agorafobia narran cómo su vida cotidiana se ve afectada por el miedo a confrontar situaciones que les puedan empujar a sentir esa sensación desagradable. Por ello, optan por recluirse en casas o rodearse, en ocasiones de una manera dependiente, de personas que dan seguridad para así aumentar su sensación de protección.

Generalmente la Agorafobia tiene lugar de manera anticipatoria. Primeramente se  identifican las situaciones que pueden dar lugar a la vivencia de miedo. Se reconocen   los escenarios en los que resulte difícil, embarazoso o complicado escapar y anticipatoriamente se elige la forma de evitar la confrontación de esa vivencia. Este proceso da lugar a que se intensifique el valor de la ansiedad y del miedo.

 

Claves para gestionar la Agorafobia

Llegados a este punto, es importante indicar que se puede hacer frente a la Agorafobia.

1/ En primer lugar, es muy importante indicar que la Agorafobia es un Trastorno de Ansiedad y que por tanto es recomendable la realización de un tratamiento psicoterapéutico para desarrollar habilidades y recursos con las que combatir el miedo y la ansiedad.

2/ Es importante tener en cuenta que dado que el miedo es necesario, necesito aprender a reconocerlo en mí, a aceptarlo y a permitirme vivirlo identificando que me está mostrando y así saber como gestionarlo. Mediante la realización de este proceso puedo marcar los límites de mi miedo y así abordarlo poniéndome pequeños límites y pruebas de esfuerzo que me permitan ir progresivamente asumiendo el control de la situación. Al confrontar el miedo me empodero ante él y esto me permite funcionar con mayor seguridad.

3/ Identificando el miedo y buscando la manera de confrontarlo genero memorias capacitantes y de autocontrol. Es decir, permito a mi cerebro aprender a sentirse capaz de abordar la situación temida desde una mayor confianza y seguridad. Sin embargo, al evitarlo aumento mi sensación de temor y de incapacidad respecto a dicho miedo y mi cerebro sigue sin tener memorias de recuerdo que le muestren que ese temor es confrontable.

 

 

Por último, me gustaría reseñar que para realizar avances ante cualquier cambio, reto o prueba costosa que se nos presenta en la vida, se precisa de tiempo para asumir los retos y para enfocar el esfuerzo. Los miedos pueden superarse y el confrontarlos mejora nuestra calidad de vida pero para lograrlo precisamos de decisión, constancia, perseverancia, esfuerzo y también actitud.

 

Citando a Morgan Freeman: “Desafíate a ti mismo; es el único camino que conduce al crecimiento”.