Cuando queremos saber lo que hay detrás del comportamiento humano y sobre todo, qué es lo que motiva el comportamiento de los niños, es indispensable tener en cuenta el trabajo de Rudolf Dreikurs. Como discípulo de Alfred Adler, gran referente de la Psicología Individual, Dreikurs quiso saber más sobre la conducta humana y así poder comprender por qué los niños muestran comportamientos llamativos e incluso inapropiados. Además, desarrolló diversas estrategias para promover una conducta eficaz y respetuosa, sin emplear premios ni castigos.

Gracias a ellos hoy sabemos a qué se debe el ‘mal comportamiento’ en la infancia. “Un niño que se porta mal es un niño desalentado”. Con esta frase Dreikurs explica que la conducta disruptiva de un niño está motivada por creencias erróneas, puesto que los niños son buenos percibiendo y malos interpretando. Siendo así, cuando el adulto detecta un comportamiento inadecuado en el niño, conviene observar y descubrir qué está sintiendo y pensando; es decir, cuál es la creencia errónea que hay detrás.

Por otro lado, los avances en el campo de la neurociencia y la neuropsicología permiten conocer y entender el desarrollo y la estructura del cerebro humano, lo cual nos da las claves para comprender el comportamiento de los niños y niñas. En el cerebro primitivo se encuentran los instintos más básicos y los que, de forma latente, rigen el comportamiento y el desarrollo personal. Uno de estos instintos es el instinto gregario, esto es, el sentido de pertenencia. Como seres sociales, una de nuestras necesidades más básicas es sentirnos parte de un grupo, sentir que participamos en una comunidad, que se nos tiene en cuenta y por tanto, percibir que somos una parte importante en el grupo. Es en la infancia cuando este instinto se desarrolla al más amplio nivel. Cuantas más interacciones positivas y alentadoras experimente un niño, su sentido de pertenencia se desarrollará en mayor medida.

¿Por qué mi hijo hace muchas tonterías cuando está con sus amigos?

Entonces, ¿A qué se debe que algunos niños hagan lo imposible por hacer reír a los demás, llegando incluso a ponerse en ridículo? Como comentaba anteriormente, el comportamiento ineficaz de un niño está motivado por lo que en Disciplina Positiva llamamos una meta equivocada. Se llama meta equivocada puesto que se intenta conseguir una necesidad concreta de forma ineficaz (con comportamientos que alejan al niño de esa meta).

Algunos niños y niñas se relacionan con iguales mediante comportamientos inadecuados: hacer continuas bromas, gritar al entrar en un lugar o reírse de forma exagerada en cualquier contexto. Cuando emplean este tipo de comportamientos de forma habitual, podemos observar que se trata de una forma errónea de conseguir atención, puesto que el mensaje, la creencia oculta es “solo pertenezco si siento que me haces caso”.

El que unos niños sientan esta necesidad y otros no se debe a las experiencias que han vivido a lo largo de su infancia, de cómo las han interpretado y de las emociones que les han suscitado y que han calado en su autoestima, pudiendo haber sentido exclusión y poco amor por parte de los demás. Por otro lado, también influyen otros aspectos y habilidades concretas, como son el desarrollo del lenguaje, la reflexividad o la gestión de emociones, entre otras.

Claves para promover el sentido de pertenencia desde casa

Todos los niños necesitan sentirse importantes y tenidos en cuenta. Como adultos, nuestro papel es brindar las habilidades necesarias para cubrir las necesidades básicas de todo niño y niña. Para ello, desde casa podemos seguir estas claves, con las que podemos cuidar y mimar el sentido de pertenencia de los niños y niñas.

1.Hacerle partícipe en actividades y tareas de la dinámica familiar, de tal manera que se sienta una parte importante de la familia y en la que participe de forma activa. Para conseguir esto conviene que estas tareas no tengan que ver con la responsabilidad académica como tal, sino más bien con tareas necesarias para que la familia funcione de manera eficaz.

2.Promover la comunicación con el niño, animarle y hacer lo posible para que pueda confiar en el adulto y así compartir situaciones que se dan cuando está con amigos o compañeros de clase. Para ello, es necesario emplear una escucha sincera, querer saber cómo se siente el niño y no tanto hacer un interrogatorio de primer grado. Esto le ayudará a comprender qué ha pasado y a valorar posibles soluciones. Como he dicho anteriormente, los niños son buenos percibiendo/observando y malos interpretando.

3.En muchas ocasiones, este tipo de comportamientos se deben también a la falta de habilidades sociales. Promover situaciones de interacción social en las que observar cómo interactúa el niño o niña permite detectar las habilidades que necesita aprender para mimar el sentido de pertenencia.

4.Sin embargo, a veces no basta con pasar mucho tiempo en el parque o rodeado de iguales para que desarrolle este tipo de habilidades. En estos casos se hace  necesario llevar a cabo un entrenamiento específico en habilidades sociales, para que conozca y comprenda los códigos sociales y sepa qué otras formas eficaces tiene de sentirse parte del grupo y así mantener relaciones sociales alentadoras.