El bienestar personal y la salud psíquica han ganado especial importancia en los últimos dos años. A raíz de esta pandemia, parece que por fin estamos hablando abiertamente sobre cuestiones relacionadas con la psicología y la salud mental, tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación. Seguramente durante este año hayas oído y leído sobre autoestima, inteligencia emocional y autocuidado.

En este artículo hablaré sobre la resiliencia, puesto que abarca todos los temas anteriores y es uno de los conceptos con mayor auge en los últimos meses. De hecho, el término resiliencia está tan presente que es el segundo tema más buscado en Google este mes, detrás de depresión.

Aunque no hay un consenso para definir este concepto, podemos entender la resiliencia como la capacidad de adaptarse y superar adversidades de todo tipo. Una persona resiliente es aquella que ha sido capaz de superar un trauma y también, alguien que ha podido afrontar una adversidad, ya sea un problema de salud, social o económico. Al principio, este término se utilizaba para referirse a personas y niños en riesgo de exclusión social que eran capaces de seguir con sus vidas y de desarrollarse (en todos los sentidos), pese a vivir en condiciones de pobreza, abandono y/o violencia. Actualmente, podemos hablar de resiliencia en más de una situación y casuística personal, puesto que la resiliencia se relaciona con la autoestima, la flexibilidad, la gestión de conflictos, la empatía y la tolerancia a la frustración.

Por otro lado, gracias a la neurociencia sabemos que las personas resilientes cuentan con mayor equilibrio emocional para hacer frente a las situaciones de estrés. La conducta resiliente activa la memoria y las áreas relacionadas con las emociones, como son el hipocampo y la amígdala. Es decir, la resiliencia ayuda a tolerar mejor la frustración y el estrés, ya que proporciona a la persona cierta sensación de control que propicia la puesta en marcha de respuestas adaptativas ya aprendidas. Esto explica porqué dos personas que han vivido una misma situación tienen desenlaces tan diferentes.

Sabiendo esto también podemos concluir que la resiliencia es una habilidad que se puede entrenar y conviene desarrollar en el tiempo. Esto tendrá un impacto muy positivo en todos los ámbitos de la vida (personal, social y laboral), puesto que la resiliencia ayudará a sobreponerse ante situaciones altamente estresantes y ante el dolor emocional, incluso será fundamental para salir fortalecido de este tipo de vivencias.

 

Habilidades que necesitamos desarrollar para ser personas resilientes:

  1. Inteligencia emocional: Reconocer las propias emociones y las de los demás es esencial para afrontar situaciones críticas y límites. Y también, el poder hablar de las propias emociones sin miedo ni tapujos. No hace falta gritarlo a los cuatro costados, quizás sea suficiente con llamar o enviar un mensaje a alguien de confianza diciendo que estás teniendo un día horrible y necesitas hablar de ello.
  2. Actitud proactiva, el cambio forma parte de la vida: Me refiero a la capacidad de ser capaz de buscar una solución ante cualquier situación. Independientemente de si se ve el vaso medio lleno o medio vacío, poder salir del bache y buscar una forma de solventarlo es clave para no quedarse anclado en el sufrimiento y dolor emocional.
  3. Flexibilidad cognitiva: O en otras palabras, actuar en base a “ensayo-error”. La vida no es una ciencia exacta y generalmente, en el día a día, funcionamos en base a esta premisa. A veces nos sale bien y otras mal. Lo importante es poder generar alternativas para no quedarse bloqueados o atrapados en un mar de dudas durante más tiempo del necesario.
  4. Cultiva tu autoestima: Podemos entrenar y fortalecer la autoestima de forma diaria, de hecho, con cada decisión tomada ya lo hacemos. De esta manera también sentiremos más fuerza para enfrentar los problemas que vengan y poder buscar soluciones para afrontarlos.